Hoy me fui a viajar y eché en mi maleta
el volantín que un día me hizo mi abuelo,
la novela en que siempre había duelo
y leía mi abuela como asceta.
Y eché el silabario con la carpeta
que amó mis primeras letras al vuelo;
y a esa iglesia con las cosas del cielo
y otras cosas que solo ve un poeta.
Y en el puerto le diré al aduanero
que me deje pasar con franco acceso,
que no llevo contrabando o dinero;
que si de equipaje tengo un exceso
se debe a que con el tiempo certero
los recuerdos no se van, ganan peso.
en Noventa y nueve sonetos, 2024