25/7/09

El gran espejo, por Ensamble Neoconceptual






Lo que no tiene nombre es el principio del cielo y de la tierra.
Lo que tiene nombre es la madre de todas las cosas.
Lao Tsé




Ya que el tema es la metáfora, empezaremos con una que procede del Lejano Oriente, específicamente de China. Si no nos equivocamos, los chinos llaman al mundo “Las diez mil cosas”, o –y eso depende del gusto y el capricho del traductor – “Los diez mil seres”.

Podemos aceptar el muy prudente cálculo de diez mil. Seguro que existen más de diez mil hormigas, diez mil hombres, diez mil esperanzas, temores o pesadillas en el mundo. Pero si aceptamos el número de diez mil, y si pensamos que todas las metáforas son la unión de dos cosas distintas, entonces, en caso de que tuviéramos tiempo, podríamos elaborar una increíble suma de metáforas posibles.

La descripción de las acrobacias verbales es tan detallada que en algunos casos llega a ocupar diez páginas enteras, pero tal vez la mejor manera de explicar este proceso sea observando el resultado final de los ejemplos más simples: el descubrimiento de un lenguaje con el que se pueda vivir.






Manifiesto neoconceptual creado a partir de un canon aleatorio