Dándose cuenta de todo, pero sin poder controlar nada, amanece
en su territorio retórico donde agrega textos con la ilusión de diferenciarse
de los otros y a la vez reconocerse. Pero cada vez es más los otros, y estos
más parecidos a él mismo. De tal modo que presentándose libre/nuevo/único, el
amanecer se desliza en la jaula del texto que supone de su autoría, porque, a
decir verdad, está construido con palabras ya escritas un montón de veces. Sin
embargo, hete aquí la luz solar desgarrando el spleen, repartida aquí acullá en
sílabas viejas/nuevas/similares/únicas, con las que imagina sus opciones de
felicidad.
en
Riedemann Blues, 2017