Yo no soy Héctor.
Dejé de serlo un día
en que me vi caminando hacia la luz,
en una calle perdida de Ciudad de Panamá.
Un árbol se incendiaba en esa esquina
y era bello el instante.
Sentí calor.
Quemaba la noche
y como único gesto ante el peligro
cerré los ojos, dije mi nombre.
Son las cinco de la mañana
y esa luz es un sueño repetido.
Pienso en partir,
en dejar de hacer algunas cosas,
en regresar.
en
Yo Héctor, 2015