Bienaventurado el que
copuló con su mujer
como si la estuviera
salvando en los acantilados,
empujándola, reteniéndola,
como si estuvieran en
altura contemplando una ciudad
vacía de sentido, de
compasión, en llamas.
Bienaventurado el que
copuló con su mujer
entre los bosques ávidos de
aromos,
arriba en la cordillera, o
rumbo a ella...
como si estuvieran viviendo
el mismo tiempo
en otro tiempo.
Bienaventurado el que
copuló con su mujer
como si la estuviera
contemplando entre los fuegos
como si ella le extendiera
el hilo rojo,
incluso el sol, o las
estrellas hirvientes,
con los dientes del amor.
en
Nunca escribo sobre el agua, 1922
Intervención
sobre poema “Bienaventurado” de Alfonso Alcalde