7/3/21

Propaganda y farmacología, por Aldous Huxley





Es probable que los propagandistas del futuro sean los químicos y fisiólogos, además de los escritores. Un sello con tres cuartos de gramo de doral y tres cuartos de miligramo de escopolamina producirá en la persona que lo ingiera un estado de absoluta maleabilidad psicológica, semejante a la de un sujeto sometido a hipnosis profunda. Cualquier sugestión inculcada al paciente mientras se encuentra en este trance inducido por medios artificiales penetra hasta lo más profundo del inconsciente y puede generar una modificación permanente de las formas habituales de pensar y sentir. En Francia, donde se ha utilizado esta técnica en forma experimental durante varios años, se ha comprobado que dos o tres sesiones de sugestión bajo los efectos del doral y de la escopolamina incluso pueden modificar los hábitos de las víctimas del alcohol y de irreprimibles adicciones sexuales. Una peculiaridad de la droga consiste en que la amnesia subsiguiente es retrospectiva: el paciente no guarda recuerdos de un período que empieza varias horas antes de la administración de aquella. Tomen a un hombre desprevenido y háganle ingerir un sello. Recuperará la conciencia firmemente convencido de todas las sugestiones que le habrán inculcado durante su estupor y totalmente ajeno a la forma en que se ha producido esta asombrosa conversión. Un sistema de propaganda que combine la farmacología con la literatura debería ser completa e infaliblemente eficaz. Esta es una idea tremendamente inquietante...



1936
en Moksha (Antología), 1977