21/7/21

La consulta al estanque y el inesperado inicio de las guerras del agua, por Cristóbal Soto





Fragmento de Los sostenedores kármicos

El músico se acercó al consejo de aves del estanque algunos días después que su hijo había partido a la capital. Años habían pasado desde la celebración del matrimonio. El hijo escultor y la mujer malhumorada le habían dado varios nietos al músico que hablaba el lenguaje de los pájaros y a la mujer jovial. Con tanto tiempo y tanta digresión el músico había olvidado por completo sus precauciones. Esta vez lo acompañaba al consejo su mujer que poco a poco había aprendido el pajarístico y siempre quería enterarse de todo. Solo por amor al conocimiento. Su nieto mayor había nacido hablando pajarístico y también estaba presente en el consejo, montado en su perro favorito, un San Bernardo gigante llamado Atlas. El consejo abrió la sesión para atender la solicitud 29 del músico, presididos por el pato, con el loro, el Martín pescador y el gato. Se ausentó la gallina para esa ocasión con excusa justificada. El Martín pescador comenzó a leer la sesión del acta anterior. El lenguaje de los pájaros no está para ser escrito sino de manera muy primitiva, arcaica y complicada, ineluctable y definitivamente alejado de la transparencia y vivacidad del lenguaje que cantan sin palabras los pájaros; bien concisamente, el lenguaje escrito en las actas era algo así como la traducción de una reconstrucción de una ópera griega tocada con instrumentos electrónicos de principios del siglo veinte; la articulación era tan ampulosa y afectada que el secretario Martín pescador revoloteaba y se contorsionaba sobre sí mismo, estirándose y elongándose de los modos más chistosos e impensados para intentar dar cuenta del acta de esa sesión primitiva de hace apenas unos meses. Los pájaros aman las digresiones (su lengua no es tal sin digresión) por lo que el acta comenzaba con una extensa nota a propósito de una de las primeras preguntas que el músico planteara al consejo de aves del estanque, a saber:

¿Podemos hablar de pertenencia para esta tierra y en específico para la formación rocosa que llamamos El Castillo? ¿Cómo conoceré quiénes son los hombres justos en el pueblo más cercano?

El músico pensaba, o más bien se había representado, que eso estaba resuelto. Que El Castillo era patrimonio de los pájaros del sector y que los hombres justos se podrían identificar simplemente preguntando a los pájaros que vivían entre los hombres. Esto, claro está, era inocente.

La primera pregunta, dijo el consejo, se responderá hacia el final de esta sesión. Sin embargo, esta asamblea de aves ha considerado que por una cuestión de utilidad habremos de dividir la pregunta en los siguientes temas, sobre los que haremos consideraciones propias a cada uno:

Primero, se expondrá sobre las concepciones de propiedad, esto es, cuerpo y bienes. 
Segundo, se expondrá sobre “la tierra”, causas y condiciones.
Tercero, se expondrá sobre esto que el músico entendió como “El Castillo” y se aclarará que se trata de una jaula, por qué y para qué.

Pues bien, ahora, para responder la pregunta sobre lo justo, el consejo requirió la presencia de las cinco aves mayores. Una sombra cubrió el cielo y de entre las nubes descendieron un águila azul, un cóndor blanco, un albatros verde, un garuda rojo y un fénix amarillo. Las aves mayores se quedaron suspendidas sobre el lago justo en medio del consejo, dieron varias vueltas en varias direcciones, escribieron en el agua y en el aire y se retiraron. En ese momento una ballena barbuda enorme surgió del agua. No estaba de acuerdo con la exposición sobre justicia y declaró la guerra del agua. En un santiamén abrió su quijada y aspirando con una succión monstruosa se tragó a todos los pequeños pájaros que pudo, junto con la mujer, el nieto y el perro del músico, todas las nubes del cielo y gran parte del estanque donde estaba el consejo. En lo alto las aves mayores emitieron en conjunto un sonido inaudible para los mortales. Así comenzó la primera guerra del agua que tendría cada vez consecuencias más fatales.



2021