En la primera parte de Robinson Crusoe,
en la página ciento veintinueve, encontrarán escrito lo siguiente: “Ahora veo,
aunque muy tarde, la locura de iniciar un trabajo antes contabilizar su costo,
y antes de juzgar correctamente la propia fuerza para llevarlo a cabo”. (...)
No soy supersticioso. He leído una buena pila de libros. Soy un académico a mi
modo. Aunque ya pasé los 70, poseo una memoria activa y piernas que le
corresponden. Por favor, no tomen mis dichos como los de un hombre ignorante
cuando expreso mi opinión: un libro como Robinson Crusoe nunca ha sido
escrito, ni nunca volverá a ser escrito algo similar. He utilizado ese libro
por años -generalmente en combinación con una pipa de tabaco- y he descubierto
en él un gran amigo para todas las cosas de la vida mortal. Cuando mi espíritu
anda mal, Robinson Crusoe. Cuando necesito un consejo, Robinson
Crusoe. En tiempos en que mi esposa me molestaba, Robinson Crusoe;
en el presente cuando he tomado una copa demás, Robinson Crusoe. He
gastado 6 resistentes Robinsones a mi servicio. Para su último
cumpleaños Milady me regaló un séptimo. Me emocioné sobremanera con este gesto
y Robinson Crusoe me regresó a mis cabales. Por el precio de un chelín y
seis peniques, empastado en azul y con imágenes, una verdadera ganga de alivio
espiritual.
en The Moonstone, 1868