Meriendo
algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Si
estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
—escupo las gaviotas—,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
Si
estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
—tras haberles quitado las espinas—
y cuando se me acaban
me voy rumiando sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.
no todas tienen pulpa comestible.
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
—escupo las gaviotas—,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
—tras haberles quitado las espinas—
y cuando se me acaban
me voy rumiando sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.
en 101 + 19 = 120 poemas (Antología), 2000