22/8/08

ulterplanos, por Ramón Ce Oyarzún Soto






En la segunda cuenta del año lunar los chacras comenzaron a rodar vertiginosamente. Para la tercera cuenta comenzaron a detenerse, esa fue la época de las grandes masacres y del nacimiento de las colonias extraterrestres. Hacia el final de la era se evidenció que para algunos, los ciclos-chacras comenzaban a girar despaciosos en dirección contraria, se intercambiaban y cambiaban de color. Pero de un modo contrario al conocido hasta entonces. Algunos maestros muy realizados alcanzaron a desintegrarse en esta nueva disposición enérgica de la corriente de vida para advertir que no fueramos hacia esa dirección, que ese fundirse con Espacio era alimentar la parte de individuación, el ego, que como todos, sufre Espacio y que se ha dado en llamar dios. Pero no les hicieron mucho caso hasta que varias generaciones de místicos se hubieron deshecho en la conciencia dual creciente de Espacio y este ego omniabarcante decretó claustro a los humanos y con sus ventiscas angélicas barrió las incipientes colonias de los nueve planetas y propugnó guerras fraticidas en la madre tierra. Peor que durante la inmadurez industrial, el planeta sufrió y los humanos nos vimos reducidos casi hasta la extinción. Pero sobrevivimos. Algunos de nosotros aprendimos la reversión lenta y trabajosa del ciclo-chacra y formamos los sotenedores kármicos. Nutrimos y educamos a los nuevos niños como plantas y fuimos entregando nuestra fuerza vital al ajado planeta que se reponía y volvió a engendrar no sólo hombres sino que toda gama de seres sintientes. Se reestableció lenta y penosamente la noosfera y las capas vitales cubrieron calladamente al planeta durante casi tres ciclos de cuentas lunares. Los que crecieron leyendo la conquista del espacio y la furia de dios como leyendas se sintieron ufanos y poderosos. Aprendieron la transmutación de conciencia e investigaron en proyección astral. El tiempo no había pasado en vano y Espacio era cada vez más subordinado a dios. Estas intrusiones y el afan de comprender y conocer de los grupos de sostenedores más jóvenes fueron el caldo de cultivo de esta última guerra.




Extracto de los diarios de La Altai V el sostenedor loco