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10/3/25

«En qué momento una persona deja de creer», por Cecilia Gajardo





En qué momento una persona deja de creer

en la persona que es.

En qué momento una flor sigue siendo una flor

si se mueren todos sus pétalos.

 

¿Seguirás siendo tú si te sacan todo, si te embalsaman?

 

¿Qué pasará con tu cuerpo, madre?

 

 

 

en Sara Moncada, 2019

 

 

 

 

 

 















9/12/24

Hoy me fui a viajar y eché en mi maleta, por Bernardo E. Navia



Hoy me fui a viajar y eché en mi maleta

el volantín que un día me hizo mi abuelo,

la novela en que siempre había duelo

y leía mi abuela como asceta.

 

Y eché el silabario con la carpeta

que amó mis primeras letras al vuelo;

y a esa iglesia con las cosas del cielo

y otras cosas que solo ve un poeta.

 

Y en el puerto le diré al aduanero

que me deje pasar con franco acceso,

que no llevo contrabando o dinero;

 

que si de equipaje tengo un exceso

se debe a que con el tiempo certero

los recuerdos no se van, ganan peso.

 

 

 

en Noventa y nueve sonetos, 2024

 

 









30/9/24

Ascensor, por Cecilia Gajardo





Un niño de cuatro años

se perdió en un ascensor

en un edificio de Santiago.

El viaje y el olor a desodorante ambiental.

Ahora el olor a flores

se activa con un botón.

 

Máquinas de ascenso y descenso.

Una casa sobre otra.

Escaleras que llegan a San Pedro.

 

Un atardecer dilatado,

el sol había quedado inmóvil

sobre un colgador de ropa

con prendas tiesas

que el viento es incapaz

de balancear.

 

El sol inmóvil.

El sol inmóvil,

como una vela en medio de la angustia.

Una tarde sin respirar.

Una tarde a puertas cerradas.

 

 

 

en Talca, 2021





















15/1/24

Aportes, por Reinaldo Arenas





            Carlos Marx

no tuvo nunca sin saberlo una grabadora

estratégicamente colocada en su sitio más íntimo.

      Nadie lo espió desde la acera de enfrente

mientras a sus anchas garrapateaba pliegos y más pliegos.

Pudo incluso darse el lujo heroico de maquinar pausadamente

contra el sistema imperante.

 

            Carlos Marx

no conoció la retractación obligatoria,

no tuvo por qué sospechar que su mejor amigo

podría ser un policía,

ni, mucho menos, tuvo que convertirse en policía.

La precola para la cola que nos da derecho a seguir en la cola

donde finalmente lo que había eran repuestos para

presillas («¡Y ya se acabaron, compañero!»)

le fue también desconocida.

 

      Que yo sepa

no sufrió un código que lo obligase a pelarse al rape

o a extirpar su antihigiénica barba.

Su época no lo conminó a esconder sus manuscritos

de la mirada de Engels.

(Por otra parte, la amistad de estos dos hombres

nunca fue «preocupación moral» para el Estado).

      Si alguna vez llevó a una mujer a su habitación

no tuvo que guardar los papeles bajo la colchoneta y,

por cautela política,

hacerle, mientras la acariciaba, la apología al Zar de Rusia

o al Imperio Austrohúngaro.

 

            Carlos Marx

escribió lo que pensó,

pudo entrar y salir de su país,

                        soñó, meditó, habló, tramó, trabajó y luchó

contra el partido o la fuerza oficial imperante en su época.

 

      Todo eso que Carlos Marx pudo hacer pertenece ya

a nuestra prehistoria.

Sus aportes a la época contemporánea han sido inmensos.

 

 

La Habana, junio de 1969

 

 

 

en Inferno. Poesía Completa, 2001

 




















10/12/23

Si he de morir, por Refaat Alareer





Si he de morir

tú has de vivir

para contar mi historia

para vender mis pertenencias

para comprar un pedazo de tela

y unos cuantos hilos,

(que sean blancos, con una larga cola)

para que así un niño, en alguna parte de Gaza

mientras mire al cielo a los ojos

esperando a su padre quien partió en un destello—

y no dijo adiós a nadie

ni siquiera a su carne,

ni siquiera a sí mismo—

mire al volantín, el volantín que tú hiciste, volando arriba

y piense por un momento que un ángel se haya allí

trayendo amor de vuelta

 

Si he de morir

Deja que traiga esperanza

Deja que sea una leyenda.

 

 

 

Traducido y adaptado por Canela Carreras Fuenzalida

 

 

 

If I must die, / you must live / to tell my story / to sell my things / to buy a piece of cloth / and some strings, / (make it white with a long tail) / so that a child, somewhere in Gaza / while looking heaven in the eye / awaiting his dad who left in a blaze— / and bid no one farewell / not even to his flesh / not even to himself— / sees the kite, my kite you made, flying up /above / and thinks for a moment an angel is there / bringing back love // If I must die / let it bring hope / let it be a tale.

 

 

 

* Nota de edición: El poeta y activista palestino Refaat Alareer (23 de septiembre de 1979 – 7 de diciembre de 2023) fue muerto en un bombardeo israelí en Gaza. Con él se va una de las voces más importantes dentro del activismo por la causa palestina. Alareer fue uno de los fundadores de “We Are Not Numbers” (No Somos Números), un proyecto de apoyo a jóvenes de Gaza para convertirse en escritores. Ese proyecto lo apoya la organización proderechos humanos Monitor Euro-Mediterráneo, cuyo director, Ramy Abdu, denunció igualmente en un mensaje en Twitter que su muerte fue un asesinato deliberado. Al parecer, el activista había recibido una llamada telefónica de la inteligencia israelí sobre su localización en la escuela en que se refugió. En la llamada le informaron que le iban a matar. Por eso, dejó la escuela para no poner en peligro a otros. Sin embargo, fue bombardeado el departamento de su hermana al que había ido y murieron ambos y los cuatro hijos de ella. Pocos días antes de morir, Refaat escribió un poema llamado “If I must die, let it be a tale” por si era asesinado.











25/11/23

El arte de apilar ingleses, por Martín Cinzano





Yo también tengo algo para vos

dijo el villano antes de disparar a quemarropa 

en una serie gringa doblada en argentina 

—los detectives se boludeaban, un desastre—;

también Luca llamó ridículo al rock en español  

pero en Buckingham nunca imaginaron

que la traducción más implacable del football

consistía en el misterioso arte de apilar ingleses

con la zurda, uno tras otro desde mitad de cancha; 

entonces yo también tengo algo para vos

dijo el villano antes de disparar a quemarropa:

una rubia tarada, un gol trucho,

el grito congelado de un colimba

bajo el cielo de Malvinas 

 

 

 

                               25 de noviembre, 2020

 

 

 

A tres años de la muerte de Diego Armando Maradona





















9/10/23

“Oda a la vida”, de Pablo Neruda





La noche entera

con un hacha

me ha golpeado el dolor,

pero el sueño

pasó lavando como un agua oscura

piedras ensangrentadas.

Hoy de nuevo estoy vivo.

De nuevo

te levanto,

vida,

sobre mis hombros.

 

Oh vida,

copa clara,

de pronto

te llenas

de agua sucia,

de vino muerto,

de agonía, de pérdidas,

de sobrecogedoras telarañas,

y muchos creen

que ese color de infierno

guardarás para siempre.

 

No es cierto.

Pasa una noche lenta,

pasa un solo minuto

y todo cambia.

Se llena

de transparencia

la copa de la vida.

El trabajo espacioso

nos espera.

De un solo golpe nacen las palomas.

Se establece la luz sobre la tierra.

 

Vida, los pobres

poetas

te creyeron amarga,

no salieron contigo

de la cama

con el viento del mundo.

 

Recibieron los golpes

sin buscarte,

se barrenaron

un agujero negro

y fueron sumergiéndose

en el luto

de un pozo solitario.

 

No es verdad, vida,

eres

bella

como la que yo amo

y entre los senos tienes

olor a menta.

 

Vida,

eres

una máquina plena,

felicidad, sonido

de tormenta, ternura

de aceite delicado.

 

Vida,

eres como una viña:

atesoras la luz y la repartes

transformada en racimo.

 

El que de ti reniega

que espere

un minuto, una noche,

un año corto o largo,

que salga

de su soledad mentirosa,

que indague y luche, junte

sus manos a otras manos,

que no adopte ni halague

a la desdicha,

que la rechace dándole

forma de muro,

como a la piedra los picapedreros,

que corte la desdicha

y se haga con ella

pantalones.

La vida nos espera

a todos

los que amamos

el salvaje

olor a mar y menta

que tiene entre los senos.

 

 

 

en Odas elementales, 1954





















1/8/23

poesía testigo, por Edgardo Mantra





Fragmentos

1. aglutina el mayor número de referencias en una for­ma condensada, o no. 

2. puede hablar de una o varias personas, de un modo multirreferencial y al mismo tiempo, todas esas perso­nas pueden ser una o un objeto o lugar. 

3. puede ser una simple lista, o no, o viceversa.

4. radicará en la musicalidad y no siempre tendrá sen­tido lo que se escriba o declame. sin embargo, la múl­tiple carga significativa será el elemento que dotará de emociones lo dicho. 

5. es cualquier manifestación creativa. puede ser ex­presada con impresos, música, gráfica, visuales, orales, digitales o físicos. incluso con cosas que aún no se in­ventan. 

6. puede incluir afiches, stikers, dibujos, fotografías, noticias, sueños, tikets, programas de radio o televi­sión, internet o ya sea que se expropien directamen­te de la calle, casa, historiales clínicos, se recuerden, usurpen, vean, filmen, graben o anoten. 

7. el poema del testigo puede ser multidireccional, pen­sando que todas las fuentes de inspiración poseerán a quien cante sus versos. ya sea de lecturas, personajes de la tv, cómics, películas, radionovelas, personajes histó­ricos o populares de cada región, así como sus dichos, historias, canciones o anuncios. 


[...]


9. el creador de poemas testigos puede sacar la calle del pueblo o barrio o gran ciudad, porque sabe que en todos lados se encuentra la poesía. en ese sentido serán grandes metiches y revoltosos a la espera de impreg­narse de las sensibilidades que el ecosistema le provea. 

10. también puede cimentar su trabajo en procesos his­tóricos, políticos, culturales o económicos. 

11. ser testigo de : es una suma o una resta o una mul­tiplicación o una división o una gráfica. todo proceso matemático al servicio de un retrato hablado, hecho para encontrar al presunto ejecutor del cual somos tes­tigos. 

12. es un embrujo, un encantamiento y un contrato. es capturar el momento de muchos momentos con toda la magia implícita. y, por lo tanto, no depende de nin­gún truco. 

13. al ser tan amplía, no importará si recurre a otros idiomas, servicios postales, electrónicos o biológicos. 

14. la poesía testigo delata y describe, aunque a nadie interese o, aunque nadie pregunte. en ese sentido el posible receptor, no siempre se sentirá merecedor del mensaje. 


[...]


16. nuestro mayor pilar será la acción, porque lo que se dice, no siempre se hace, pero lo que se hace siempre dirá algo, no importa si es bueno o malo. 

17. realizará lecturas y talleres literarios con personas que no comulguen con tu escritura. lee a quienes no te parezcan buenos. difundir el trabajo de más personas. recuerda que la belleza se encuentra en todo. esa será tu virtud y maldición: total. 


[...]


20. usurpa todo bien que cualquiera pretenda aglome­rar. si puedes adulterar algún contenedor de informa­ción: no dudes en hacerlo.


21. ojo : recuerda que, si alguien hace algo mal, tú lo puedes hacer peor. y eso esta bien. 


[...]


23. escribe libros y usa seudónimo, incluso puedes usar el nombre de un autor reconocido. libéralo en físico o digital, si resulta bueno, no presumas ni alardees, ese plato se come solo. si es malo, acepta las críticas y co­mete las verdades en privado. ahí encontrarás el atp que le dará nutrientes a tus células creativas. 


 

 


en Testigo, 2023

Boca Budi Books

 















17/7/23

Madrid, por Ariel Rioseco





A las diez exactas,

Se sentaba e imaginaba recorriendo la angosta calle, 

Exaltado ante el resplandor de sus ojos 

Y la memoria hecha de abismos y fragmentos.

Las estaciones y la magistral palabra 

Incompleta, sepultaron aquella verdad

Mientras su mirada recorría los pasadizos

Y callejuelas de la gran ciudad.

Y al igual que los amantes,

Que iluminan la noche envenenada,

Hizo temblar los días más absurdos 

Tras haber perdido, parcialmente, la razón.

 

 

 

en La ciudad de los pájaros, 2023

Boca Budi Books
















3/7/23

Niños y adultos, por José Emilio Pacheco





A los diez años creía

que la tierra era de los adultos.

Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo,

ir adonde quisieran.

Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.

Ahora sé por larga experiencia el lugar común:

en realidad no hay adultos,

sólo niños envejecidos.

Quieren lo que no tienen:

el juguete del otro.

Sienten miedo de todo.

Obedecen siempre a alguien.

No disponen de su existencia.

Lloran por cualquier cosa.

Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:

lo hacen de noche y en silencio y a solas.

 

 

 

en La arena errante, 1999





















22/5/23

¿En dónde empieza Rusia?, por Viktor Bokov





¿En dónde empieza Rusia?

¿En las Kuriles?

¿En Kamchatka?

¿En las islas Komandor? 

¿Por qué sus ojos esteparios miran tristes

los juncales de sus lagos, su verdor?

 

Empieza Rusia en la pasión 

por el trabajo, 

por el paciente esfuerzo,

por la razón,

por la bondad.

 

Esa es su estrella,

su noble y gran estrella, 

que rompe el manto de la oscuridad.

De aquí,

todas sus proezas de leyenda

y su suerte sin par, dulce y amarga.

Si en esa suerte parte alguna tienes, 

en ti empieza Rusia,

y no en las montañas. 

 

Priva al ruiseñor de la floresta, 

del arroyo que nace de fresco manantial,

y harás del arte una quimera yerta, 

un pobre borrador sin terminar.

 

Y será una canción poco lograda, 

como la luna fría en su menguante 

o como una espiga no granada.

Le faltará, pues, algo importante: 

el aliso, el arroyo, la fuente,

la dulce sombra, el lúpulo silvestre...

 

 

 

en Antología de la Poesía Soviética, 1974

Versión de José Vento