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17/11/21

Torso, por Joseph Brodsky





Si de pronto caminas sobre hierba hecha piedra,
más hermosa, por mármol, que si fuera verdad;
si el fauno se deleita con la ninfa
y el bronce les otorga la dicha de los sueños,
deja caer el báculo de las manos cansadas:
estás en el Imperio, amigo mío.
 
Aire, fuego, leones, faunos, náyades,
de la naturaleza o del ingenio,
todas las criaturas concebidas por Dios
y descartadas por la razón, están en piedra
o en metal. Es el fin de las cosas, del camino,
el espejo de entrada.
 
Súbete a un nicho vacío, pon los ojos en blanco,
mira cómo los siglos van doblando la esquina,
cómo se pierden, mira crecer el musgo en las estatuas,
en las ingles, los hombros: el tostado del tiempo.
Alguien arranca un brazo
y la cabeza rueda de los hombros
con estruendo de alud.
 
Un torso quedará: la suma de los músculos anónimos.
Cuando pase un milenio, saldrá de su horado el ratón,
con las uñas vencidas por la dureza del granito;
será una tarde cualquiera; chillará;
pasará al otro lado de la calle, para no regresar a su nido
ni a medianoche, ni por la mañana.


1972

en Parte de la oración y otros poemas, 1977

















31/8/21

Digno el cordero sacrificado por nosotros, por Patti Smith





Al borde de un prado en una confusión de piedras,
oculto por la hierba alta y el amaranto,
la huella del horror dibujada y hendida.
Tenía un nombre hermoso: Libertad.
Bonita costilla. Invendible, ligera,
el balido de una nueva vida.
Le encantaba su boca, piececillos con pliegues.
Al oírlo gritar, lo levantó por el pescuezo
con sus fuertes brazos pegajosos de rocío.
Y el hombre, un alma gobernada, de hombros anchos
y ojos como Blake, lamentó quién lo había alimentado,
nutrido de hidromiel y flores, mientras lo partía en dos.
El granero ardía en un indiferente infierno,
sepultaba doncellas con sus túnicas rizadas.
El campo y el brezal vacíos cual corazón.
Llamó a su dios casi sin aliento,
abandonamos las granjas sacrificadas,
cortamos el cordón, incineramos a nuestras crías.
Lo hicimos por amor lo hicimos por el hombre,
el espino blanco y el cucú,
los senderos de Cumbria.
Lo hicimos por un nombre hermoso:
Libertad, be, be, be,
algo fútil, intangible.



en Augurios de inocencia, 2017



Worthy the lamb slain for us
On the edge of a pasture in a confusion of stones, / obscured by the long grass and floramour, / the footprint of horror cloven and drawn. / She had a beautiful name: freedom. / Pretty little chop. Unmarketable, light / the bleating of new life. / He loved her mouth, tiny feet dressed in pleats. / Hearing her cry, he picked her up by the stem / of her throat in his thick arms slick with dew. / And he, a governed soul, broad shouldered / with eyes like Blake, lamented who bred thee, nursed / thee on mead and flowers, as he ripped her apart. / The barn was burning an indifferent hell, / engulfing little maids in their curly coats. / The field and fell lay empty as the heart. / He called to his god gasping for breath / we abandoned the farms we culled, / cut the cord, incinerated our little ones. / We did it for love we did it for man, / the hawthorn and the cuckoo, / the footpaths of Cumbria. / We did it for a beautiful name. / freedom, baa baa baa, / nothing you could put your finger on.












11/8/21

Se ha ido lejos, por Aciro Luménics





Away
Away
Away
Away
Are you still here?
Trent Reznor
 
 
Escarbas hasta sangrar
Tus dedos 
            esparcen el líquido sobre
            los cuerpos mutilados
            destrozados
            afectados
Por tu voz inalienable
            desvanece la semilla
 
            No recuerdas por qué estás acá
            Tampoco allá
Te digo hola cómo estás cómo te ha ido
Me respondes bien más o menos mal en realidad
Y me arrastras a la puerta trasera de aquel bar
Donde se estremece el cuerpo
            en total oscuridad
 
            No recuerdo por qué estoy acá
            Tampoco allá
Me señalas que fui invocado
            que la sombra permanece bajo el sol
            delirante
            expectante en el alud de emociones
            que restriegan cada espátula de caparazón
            cada boca labio
            que se abre
            al viento a la brisa al fuego
            de las fogatas en la orilla
            de las olas
            que revientan sobre tu cuerpo
            afectado
            vestido ajado
            manos de uñas rotas
            música de las mareas
 
Bebes hasta que mi piel se pone negra
            se oscurece como el llanto de una víbora
            rosada, tal vez,
            volando sobre el desierto en Santa Fe
            en vuelo rasante sobre tu voz pequeña
            que deshace
            esparce
            es devorada por las ratas y los búhos
            hasta el infinito en espiral
            aquella curva peligrosa hacia el final
            de la parábola
            del sembrador de la semilla 
            en tierra fértil
 
Aleja
            Aleja
            Y se ve pequeña
            diminuta,
            como un punto
            que desaparece,
            pero no.



en Escritos sellados (Writings from Twin Peaks), 2017
Traducción de Carlos Almonte