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17/5/22

El infinito verde, por Pilar Adón





Corrían las dos tomadas de la mano. Iban a ver el cadáver del loco con los dientes rotos que el padre de su amiga había encontrado la tarde anterior, y corrían entre los charcos, las zarzas, las ramas caídas, la hierba, las flores y las enormes piedras. Tenían prisa porque era tarde, la noche se les iba a echar encima. Así que su amiga iba delante, abriendo el camino, y Sofía se dejaba guiar. Era su amiga quien sabía dónde estaba el cadáver. Su padre se lo había descrito a ella y, por tanto, debía ser ella quien corriera rompiendo las ramas con los pies, haciendo un surco con el cuerpo, dejando un rastro tras de sí al pasar. Sofía iba detrás y a veces se reía.

 

Las dos respiraban una humedad constante, y cada vez que abrían la boca una nube de vaho aleteaba a su alrededor hasta desaparecer disuelta en el aire. El frío se enroscaba en sus gargantas, apretando con fuerza, y su amiga decía «ya llegamos» cada diez pasos. Sofía se reía diciendo que no llegaban nunca, y entonces la otra chica tiraba más de su mano y repetía: «Ya llegamos».

 

El verde las rodeaba, el verde limitaba sus movimientos, el verde no permitía ver qué había más allá, el verde ahogaba y no llegaban a su destino nunca. Sofía preguntó que por qué no se daban la vuelta.

 

—¡Porque no! Porque ya estamos cerca y sería ridículo abandonar ahora. Veremos al muerto, y luego se lo contaremos a las demás.

—Se hace de noche.

—¿Es que quieres que todo el mundo se ría de nosotras? —preguntó casi gritando su amiga, mientras soltaba su mano con violencia.

—No...

—¡Pues entonces vamos!

 

Y siguieron caminando con más decisión aunque también con menos fuerzas. El frío era cada vez más intenso, como eran más intensos los ecos producidos por los animales. Llevaban los pies empapados porque el verde no dejaba ver el suelo, el verde ocultaba los charcos, y las dos caían en ellos pensando inocentemente que todo lo que había bajo sus zapatos era tierra. Pero lo cierto era que aquel verde dominaba el recorrido.

 

—Tiene que ser por aquí —dijo su amiga en voz baja.

 

Y Sofía no se atrevió a repetir que deberían volver a casa. De todas formas, ya era casi de noche y el camino aparecería igualmente oscuro.

 

—No puede quedar lejos...

 

Eran dos excursionistas en busca de la representación fascinante que suponía un desenlace trágico. No puede quedar lejos... Las palabras de su amiga se fueron perdiendo en la distancia verde y, de pronto, Sofía advirtió que había dejado de oír su voz y que todo lo que podía percibir era el sonido de unas pisadas que se alejaban corriendo.

 

La llamó, gritó, pero no obtuvo respuesta. Tan solo el rumor de los pasos de su amiga que, cada vez más remoto, se unía a los demás ruidos de la noche, y que pronto se disiparía también, dejándola sola allí, en el centro del verde, rodeada de una aspereza húmeda y asfixiante, limitada por un verde que impedía pensar con claridad.

 

Repitió su nombre, esta vez en voz baja, y le pareció que la maleza se estremecía ante aquel sonido extraño, así que no volvió a hablar. Intentó avanzar en la dirección que llevaban las dos, pero decidió de inmediato que lo mejor sería darse la vuelta y emprender el camino de regreso. Sin embargo, no supo por dónde debía ir. El espacio abierto unos momentos antes había desaparecido. El bosque se había regenerado: había reconstruido en un segundo los desperfectos que ambas habían ocasionado. Tan solo el verde que ella pisaba continuaba modificado, aunque se trataba de un espacio muy reducido. Cada vez más reducido... Todo palpitaba a su lado en una transformación inagotable, y únicamente ella creía mantenerse quieta e idéntica.

 

Lo demás no cesaba. Todo evolucionaba en un fluir de vida y de destrucción, mientras Sofía permanecía cercada por el verde, en el interior de un reino que truncaba cualquier percepción de lo que sucedía en el exterior. Solo podía reconocer el sonido del viento entre las ramas de los árboles y el chapoteo de algún anfibio que nadaba, en círculos, junto a sus pies.

 

Debía pensar con tranquilidad. Debía considerar qué hacer, hacia dónde moverse, cómo encontrar a su amiga. Pero le iba a resultar muy difícil, ya que algo extraño estaba sucediendo. El espacio había comenzado a establecer sus verdes vallas en torno a ella, y, además, no era un animal deslizándose bajo el agua lo que producía aquel chapoteo que escuchaba continuamente, lo que le causaba aquel curioso cosquilleo en los pies. No supo cómo había comenzado el proceso pero, más tarde, cuando ya resultaba imposible intentar siquiera hacer algo, cuando se miró las piernas y luego fue bajando los ojos hasta llegar a los pies, comprendió que ya no tenía pies y que unas curiosas prolongaciones con pelillos flotantes habían surgido directamente de sus talones. Le habían crecido raíces. Que absorberían las materias necesarias para su crecimiento y desarrollo, y que le servirían de sostén.

 

Al darse cuenta de lo ocurrido, se sorprendió imaginando lo que podría suceder si una tarde, cuando estuviera casi anocheciendo y la luz empezase a confundirse con las sombras, dos chicas tomadas de la mano se aventuraran a pasar por allí, corriendo, en busca de los restos de aquella otra chica que se había perdido al querer encontrar el cadáver de un loco con los dientes rotos del que había oído hablar. Sintió pánico al imaginar los pies veloces de aquellas dos amigas, pisoteando, arrasando, destrozándolo todo. Le aterraba que pudieran pasar sobre ella y que ella, a causa de su origen diferente, a causa de su extracción no vegetal, careciera de la capacidad intrínseca de recuperación que advertía a su alrededor. Intuía un líquido extraño, de color indefinido, saliendo de su quebrada forma. Un color que no sería del todo rojo y que, tal vez, pudiera comenzar a ser verde. Verde como aquel universo salvaje y hambriento del que ya, sin remedio, formaba parte.




en El mes más cruel, 2010

























14/2/22

La mente social, por Pedro Baños León





La manipulación social es clave para conseguir el dominio mental. Este, a su vez, contribuye al dominio mundial.
 
Existen muchos procedimientos para engañar a la mente de los que nadie está a salvo, y de los que los poderosos se aprovechan descaradamente con fines principalmente económicos y/o políticos. Nuestra mente es un codiciado tesoro, el Santo Grial de la manipulación. Podemos resignarnos a pensar que debe ser así, sin remedio. O empezar a entrenar nuestra mente y a despertar nuestros sentidos. Ningún esfuerzo es en vano si conduce a una gran meta. Y el primer paso consiste en conocer en detalle las diferentes estrategias de manipulación social.
 
La tranquila rana hervida
Imaginemos que metemos una rana en una cazuela llena de agua fría; nadará tranquilamente. Si vamos calentando el recipiente a fuego lento, lo normal es que el animal no se dé cuenta y siga flotando apaciblemente. La temperatura sigue aumentando y, aunque ya no sea la ideal para la rana, más que malestar, se adormece con gusto. Una vez que el agua está demasiado caliente, al batracio ya no le agrada la situación, pero su estado de debilidad le impide rebelarse y escapar. Pronto, estará hervida. Esta metáfora demuestra que el deterioro, si es lento, nos pasa inadvertido y no suscita oposición ni resistencia; ninguna rebeldía. Tal y como ocurre con la lenta deriva de la sociedad, a la que nos vamos acostumbrando sin chistar. Las peores aberraciones, los recortes de libertad y los atropellos a nuestra privacidad y nuestros valores se han llevado a cabo de forma subliminal y discreta. Y los hemos aceptado como víctimas a las que les pasa inadvertido el daño que se les está imponiendo. El agua se calienta a través de técnicas y herramientas que apelan, todas ellas, a nuestras emociones, lo más débil de nuestro sistema.
 
¿Manipulado yo? ¡Imposible!
Quien diga que no está manipulado se equivoca. Todos estamos sometidos a un constante influjo de opiniones y estímulos que moldean nuestra visión y pensamiento a lo largo de nuestra vida. Una persona puede ser más o menos consciente de las estratagemas de manipulación presentes en la sociedad, volverse un escéptico crónico y dudar de cuanto reciba a través de sus cinco sentidos o esforzarse más o menos por leer entre líneas y descifrar intereses ocultos. Aun así, no dejará de estar sujeta a influencias externas, de un modo u otro.
 
Ahora bien, ¿quién está detrás de esos influjos y qué objetivos persigue? Esa es siempre la gran pregunta. Y, precisamente, el éxito de las campañas de manipulación, sean de la índole que sean, radica en conseguir que los sujetos manipulados no se den cuenta del engaño, ni cómo ni quién lo realiza. Todavía mejor, que piensen que la idea o la decisión son propias. O bien que estén profundamente convencidos de que el objetivo es su seguridad o bienestar. Lo cierto es que estamos ante una imparable guerra psicológica, universal y constante, de la que nadie se libra. Se busca el aplanamiento de la sociedad, la normalización del silencio.
 
Existes, te entretienen
 
El primer principio del control mental es la distracción.
Steven Jacobson
 
La clave para conseguir el control mental de la población es entretener y distraer. En otras palabras: que nadie piense en aquello que no interesa. En su día, la religión fue considerada el opio del pueblo. Hoy en día, la misma metáfora es válida para el fútbol o los programas de farándula. Todos desempeñan el mismo papel: distraernos de las decisiones y cuestiones que realmente tienen un impacto decisivo sobre nuestras vidas. Mientras miramos para otro lado, y más si encima nos sentimos felices, con estímulos que agradan a nuestros sentidos, nuestra mente subconsciente queda desprotegida. Así resulta mucho más fácil negociar con nuestras vidas a nuestras espaldas y convencernos de que lo que nos muestran es la única realidad, la única verdad. Lo que pasa fuera de las pantallas, fuera de los estadios de fútbol, lo que no entra en las líneas de los periódicos, no existe. Y, sin embargo, es precisamente eso lo que maneja el mundo, lo que maneja nuestro presente y nuestro futuro.
 
Pan y Circo: Un lema inmortal
Ya en tiempos de los romanos, se idearon los tan exitosos circos como forma de tranquilizar, entretener y dar un motivo de gozo a la población. La arena en la que peleaban y morían los gladiadores ha evolucionado a lo largo de los siglos hacia muy diversas formas, pero sin perder su esencia y objetivo. Ahora cubrimos nuestro deseo de violencia con películas y videojuegos. Y nos desinhibimos y olvidamos de los problemas rutinarios a través de la música, el alcohol o las drogas. Estas fuentes de placer inmediato, y aparentemente inocuo, hacen realidad los sueños de los que aspiran a convertirnos en seres dóciles y a controlar nuestras mentes.
 
La plaga del entretenimiento estéril Les gusta. Es ligero, sencillo, infantil. 
Siete horas y media de mínimo esfuerzo, y después de la ración de soma, 
los juegos, la copulación sin restricciones y el sensorama. 
Aldous Huxley

Una metáfora popular, la de la vasija y las piedras, nos enseña a priorizar la atención a las cosas valiosas de la vida y darles su verdadero significado. Si la vasija se comienza a llenar con las piedras más grandes, quedarán huecos entre ellas que permitan la llegada de otras más pequeñas. Este ciclo se repite hasta que no caben más piedras. En ese momento todavía habrá resquicios que permitan ser completados con fina arena. Y cuando parezca que el recipiente ha llegado al límite de su capacidad, aún será capaz de aceptar agua. Entonces, finalmente, sí se habrá ocupado todo el espacio de la vasija. La vida entonces será plena, pues las piedras más grandes, lo que de verdad importa, lo trascendente, han ocupado el lugar prioritario que les corresponde, siendo paulatinamente acompañadas con los complementos que, sin ser esenciales, las complementan. Terminando por los placeres temporales, simbolizados por la arena y el agua, que, aun siendo superfluos, nos resultan satisfactorios.
 
El problema surge cuando el proceso se invierte. Si llenamos primero nuestro recipiente de agua y arena, lo más que podría cabernos son pequeñas piedras antes de derramarse el contenido. Pero jamás habrá sitio para lo valioso, lo esencial de la vida. Esto es lo que nos sucede al dejarnos atrapar por lo banal, lo superfluo, lo cómodo, lo intrascendente, el placer efímero, el materialismo, el relativismo. Nos quieren llenar la vasija solo con espuma, con líquido carente de sustancia alguna, sin dejar espacio a lo que nos dignifica y nos hace personas. La esencia, lo que deja poso, queda reservada para las élites dominantes.
 
Lo único cierto es que, si nos colman de entretenimiento estéril, jamás podremos adquirir conocimientos enriquecedores que nos permitan construir nuestro propio pensamiento crítico, dudar de las permanentes imposiciones. Con gran habilidad, consiguen que confundamos estar entretenidos con estar informados. Pero no es así, no estamos bien informados y, aún menos, formados. Y a eso vamos, a que nos llenen la vasija de agua y arena. Y cuando alguien lo consigue, los ciudadanos perdemos.
 
Nada mejor que la televisión para distraer
 
En la televisión se establece poco a poco
la engañosa ilusión de que ver es comprender.
Ignacio Ramonet
 
Ninguna duda cabe de que la televisión sigue siendo el principal instrumento de distracción de la sociedad, y todo lo que vemos en la pantalla tiene un impresionante efecto en nuestra percepción. Por tanto, se ha convertido en uno de los mejores aliados para la tiranía de las élites, pues es mucha la gente que no accede a ninguna otra fuente de información. En el caso de España, en 2019, un 86% de la población residente vio la televisión cada día del año.[1] Más concretamente, el 70,7% la ve diariamente una media de casi cuatro horas.[2] Otros estudios apuntan a cifras aún más altas: los mayores de dieciocho años de edad verían cinco horas y media de televisión al día. En todo caso, son datos muy llamativos. De hecho, las últimas encuestas señalan que, en los países más avanzados, las personas emplean más horas viendo televisión y videos que durmiendo. Es el paradigma de la «distracción ocupacional» de la que habla Pedro Rocamora en su obra Psicología de la sugestión en Freud.
 
Por otro lado, lo cierto es que, por muchos años que alguien invierta en llevar a cabo un trabajo crucial para la humanidad, pasará desapercibido si no sale en pantalla. Por el contrario, basta con aparecer en la «caja tonta» para encumbrarse, por poco mérito que tenga la persona. De ahí que la televisión sea un objetivo permanente para las élites dominantes como mecanismo perfecto de manipulación.
 
Sintonizar nuestro pensamiento
Catherine Austin Fitts, quien fuera subsecretaria de Vivienda y comisionada federal de Vivienda con George Bush padre, confesó haber sido testigo, en 1984, de una conversación que le cambió la vida. Mientras trabajaba en Wall Street, escuchó a varios ejecutivos comentar que la tecnología de sincronización de las ondas cerebrales estaba a punto de ser desplegada a través de las señales de televisión. Esta técnica está fundamentada en la capacidad del cerebro para sincronizar las frecuencias de las ondas que emite con las de estímulos externos, especialmente recibidos por vía auditiva, visual o táctil. Según el grado de influencia de dichos estímulos, las frecuencias pueden llegar a inducir un estado de conciencia concreto y previamente preparado.
 
Técnicas como esta permitirían aumentar considerablemente el poder de persuasión de la televisión. Y no solo en términos comerciales, sino también para condicionar las decisiones políticas o inducirnos a un comportamiento pasivo. Desde entonces, Fitts no volvió a encender el televisor.[3] Y si eso ocurría en los años ochenta del siglo pasado, ¿qué técnicas de persuasión y control se habrán desarrollado desde entonces?
 
De hecho, hoy en día, el Instituto Monroe —fundado por Robert Monroe, pionero en la teoría de la sincronización de las ondas cerebrales— ofrece lo que denomina «programas educativos experimentales cuyo objetivo es la exploración personal de la consciencia humana».[4] A través de patrones de sonido, generan sensaciones de tranquilidad o felicidad, e incluso, según dicen, eliminan malos hábitos. Si alguien puede decidir cómo nos debemos sentir y qué hábitos son los correctos para nosotros simplemente haciendo llegar un sonido concreto a nuestros cerebros, ¿qué no conseguirán a través de los múltiples aparatos electrónicos que utilizamos a diario, comenzando por los omnipresentes televisores?
 
 
 
Notas
2. García, F. (2006) El secuestro de la mente. Espasa, Madrid. P. 35.



en El dominio mental. La geopolítica de la mente, 2020

























23/8/21

La carrera de caballos, por Bob Dylan





«… siempre probando, siempre ganando».
Lyndon Johnson


Sí y así que de cualquier manera el séptimo día, Él creó el saltador, el bate Masterson, y un trampolín de color rosa para Sus amigotes / el cielo completamente extendido temblaba como el techo de una carpa. «¿Qué es todo este alboroto?», preguntó a su encargado, González, que sin pestañear cogió un rastrillo y empezó a flagelar una nube… Al ver que González estaba haciendo algo equivocado, le dijo que dejara el rastrillo y se pusiera a construir una arca; cuando González cumpla los veinticinco empezará a preguntarse cuándo sus padres van a estirar la pata. No es nada personal, pero es que necesita un poco de dinero y se está resintiendo de no haber echado todavía un polvo. «¿Por qué no creaste un octavo día?», pregunta el chófer de González a su Fabricante de Salchichas en los escalones del salón de hacer caca mientras le acerca su perfume. / El cielo huele de pronto a espagueti sexual y sigue temblando —González, mientras tanto, luce un bastón y trata de disimular su acento coreano. / Edgar Allan Poe sale de atrás de una zarza ardiendo. Mira a Edgar. Baja la mirada y dice: «Aún no ha llegado tu hora», y lo mata a palos... González entra, ocupa el quinto en el segundo.

            ¿Cómo es que te asustan tanto
            las cosas que no tienen
            sentido para ti? ¿Te ignora
            siempre la gente en la calle?
            ¿Te ignoran los autos en la
            autopista? ¿Cómo es que te
            asustan tanto las cosas que no
            tienen sentido para ti?
            ¿Riegas las pasas cada día?
            ¿Tienes pasas? ¿Hay
            algo que tenga sentido para ti?
            ¿Te asustan los trajes de
            doce botones? ¿Por qué tienes
            tanto miedo de dejar de hablar?
            Tu limpiador de válvulas,
            Tubba



en Tarántula, 2017



The horse race
“…always trying, always gaining’. (Lyndon Johnson)
yes & so anyway on the seventh day, He created pogo, bat masterson, & a rose colored diving board for His cronies/ the sky already strung up shivered like the top of a tent. ‘what’s all this commotion’ he said to his main man, Gonzalas, who without batting an eyelash picked up a rake & began flogging a cloud… seeing that Gonzalas had the wrong idea, He told him to lay down the rake & go to build an ark/ when Gonzalas reaches twenty-five he starts wondering when his parents will kick off. it’s nothing personal, it’s just that he needs some money & is beginning to resent the fact that he hasnt been laid yet/ ‘why did you not create an eighth day?’ ask Gonzalas’ chauffeur to his Sausage Maker on the steps of the boom boom parlor/ while handing in his perfume/ the sky, changing into a sexy spaghetti odor, continues to tremble — Gonzalas, meanwhile sports a cane & tries to hide his korean accent/ edgar allan poe steps out from behind a burning bush… He sees edgar. He looks down & says ‘it’s not your time yet’ & strikes him dead… Gonzalas enters/ places fifth in the second // how come youre so afraid of / things that dont make any / sense to you? do people pass/ you up on the street all the / time? do cars pass you up on / the highway? how come youre / so afraid of things that dont / make any sense to you? do you / water your raisins daily? do / you have any raisins? is there / anything that does make sense / to you? are you afraid of twelve / button suits? how come youre / so afraid to stop talking? / your valve cleaner / Tubba