1/7/09

Simultán de Crespí, por Ramón ce






Se habría de marchar a la misma hora señalada para que entrara al cienatógrafo.
Una copa de vino en una mano... en la otra un as de espadas
ahora que me lo preguntan me es imposible reconocer sutiles divergencias entre el espacio que la rodea y contiene y el espacio donde ya no está donde algo llora su presencia y se extraña
cientocincuenta años de la muerte de conandoyle
verdadera naturaleza del investigador novelesco
Hoy suplantado por un doctor cojo que nace a medio camino de la vida
innegable: todas las historias son historia antigua tantas veces contadas
tantas veces susurradas en el lóbulo besuqueado de los amantes.

Se habría de marchar, pero no sin reconocerla en las copas de los árboles y en los instantes perfectos de manchones azules entre los cielos nublados, dejando eco de sus maullidos y de su cuerpo construido en base a artes marciales, tango y filosofía. Ante esta urgencia folletinesca de repetición infinita e inmediatez del todo presente en todo, con la imagen de su espalda y su sombra recortadas sobre una pared blanca en reñaca, la recuerdo como alejandro dumas -hijo- recordaría a escasos años de su muerte a su última amante escandalosamente menor y escandalosamente crespa.

Caminó rauda por el lado del suicida
abrigo blanco, vestido canario, labios gruesos,
sólo para esperarle en el departamento abandonado y dejarse violar
o forzar la violación,
gato baribieri atronando en las ventanas que sospechaban felaciones
eso hace décadas.

En las sombras de la noche un tatuaje en su hombro izquierdo, como un lunar lunar la delató criminal extranjera, para siempre señalada, obligada a entregarse entre nocturnas tinieblas protectoras, obligada a espiar para patrones cardenalicios. Pero ante la certeza de su caminata en el borde de una navaja cubierta de miel disfrazó sus encantos tras una máscara y una espada y se lanzó a los países del norte con un trabuco y la decisión de mil soles.