11/9/18

Linternas en el túnel, por Lina Meruane





Pensamos que era posible ocultarnos, que en el estrecho canal con sus estrechas columnas con sus aguas estrechas y nuestros pies enormes buceando entre ellas, pasar inadvertidos. Y fue posible hasta que la noche estrenó orificios en su telón: astros nada fugaces, en absoluto efímeros como nuestros recuerdos: miradas azules en la noche estrellándose junto al arrastre de nuestras pezuñas, sobre los lomos de nuestros cuerpos mamíferos, infiltradas en nuestras escamas, en las gargantas anfibias y aullantes. Los ojos de la noche congelaban nuestro secreto, las nubes arremolinándose como nuestra confusión. El nervio óptico de la noche. No podemos oír qué dicen, dijo uno de nosotros. Y escuchamos el goteo de luces sobre el agua apozada. Quisiéramos entender, dijo, pero estábamos encerrados en la frontera de nuestro siseo. Voces roncas, las nuestras. Oídos que criban todo menos el silencio. Hundimos nuestras patas hacia delante; nos sumergimos hasta que los párpados de las linternas se fueron cerrando y volvimos a encontrarnos en la oscuridad.



en Cien microcuentos chilenos, 2002

Juan Armando Epple, antologador