10/10/07

astrofisiognomicón, por Ramón Oyarzún





Svern llegó del valle con la mirada perdida y los bolsillos llenos de arena balbuceando incomprensibles coordenadas. Cuando atravesamos el punto sin fuerzas de atracción calló y quedó dormido hasta aterrizar. Los datos que guarda H.a.L.a. prueban irrevocablemente que su conciencia se perdió en ese punto entre las fuerzas de atracción de la tierra y la luna, ese punto que los primeros astronautas temían, el cementerio de las atracciones, un lugar sin acá, desde donde no se puede avanzar ni retroceder ni permanecer. Svern no murió y tal vez ya no lo haga, pero se quedó sin poder regresar, ahí donde se doblan los vientos, cruzan los atajos, se encuentran los perdidos, enseñan los locos y los embriagados, donde se aman ángeles y demonios, lugares que quisiera visitar, vaya, para eso me inscribí en este trabajo. No puedo no volver a mar del frío, pero tengo la conciencia imposible de aquel viaje, soltar el viaje, sería como visitar a Svern contemplando el inextingible incendio.





Fotografía: Stephen Hawking en gravedad cero