20/7/10

Ciclos de Vida


Raimon Ceos

Era el hambre, se había convertido en su personificación. Cada célula de su cuerpo estaba vertiendo sustancias químicas que le producían dolor. Los riñones le latían y dolían en los costados y la micción se había vuelto un acontecimiento temido. La cabeza pulsaba en forma permanente con un dolor agudo y brillante; los dientes se le habían aflojado y fracturado en la mandíbula; diminutas infecciones desconocidas que aparecieron en lo profundo de las raíces dentarias, se inflamaron hasta convertirse en abscesos de los que supuraba pus. (…) conocía con detalle perfecto lo que le estaba ocurriendo, cómo sus sistemas se estaban descomponiendo. Sabía que a sus músculos se los había despojado de azúcares y grasas, que a su hígado se lo forzaba a entregar sus propias reservas (…)

Matt Dickinson, Black Ice

Hace infinito tiempo las arqueologías lunares estaban en boga
disertaciones sobre el placer irrestricto del sexo infinito
pausas y silencios, placer inacabado, constataciones cantantes
turismo erradicado de los montes de su pieles constantes.

Novela total, estaba en la mente de algunos
otros buscaban la poesía, la perfecta rima
yendo de a poco, a vivir lejos, a bicicletear
casándose y cansándose al fin al cabo;
y al rabo de este y todos los universos
posibles.

Las noches de cebada los hacían inmunológicamente vulnerables,
el sexo sin protección desgasta las células carnosas de vasos y túneles recibidores.
dicen leer, recomiendan escuchar.

Luego de las vedas propuestas por el sistema
volvía la última de las arqueólogas junto a la tripulación
búsqueda del arma perfecta
ese libro total al ritmo derrotado de duetos jazz.

Las colinas nevadas le llevaron suspirando entre cumbres y amores.

No se ausentaría.

Tal vez intercambiara habitáculo con antiguos colegas
conocedores intuitivos de la naturaleza memética de todos
los fenómenos.

Descansar desvelándose era la opción conocida,
creer que los ciclos solares cambiaban al en y el continuo mental también era posible.