18/10/11

El secreto tiempo de las cosas, por Clemente Riedemann






Algo late en los bordes del sustantivo. Algo como una bomba, en cuclillas, esperando a que el azar gatille su inocencia.

Así es como pasa el cerdo su jornada, indiferente a la artesa que le será fatal, asumiendo su estar en este mundo nada más para ser destazado por quienes le miman.

Pero una noche, asistido en rebelión, destapando el perol en que le hierven, saltará su cabeza –enloquecida por la proximidad de la cena- para destrozar con viril dentellada el pescuezo de los distinguidos comensales.




en Isla del rey, 2003