13/3/18

Objets in mirror are closer than they appear (Sobre Flash, de Franklin Goycoolea. Go Ediciones, 2017), por Manuel Illanes




 
La más reciente publicación de la editorial chilena G0 Ediciones reúne una serie de imágenes y textos del poeta y fotógrafo Franklin Goycoolea, amén de una nota preliminar (firmada por el mismo Franklin) y una conversación sostenida entre éste y Juan Luis Martínez en septiembre de 1991, transcrita por Martín Cinzano. Todos estos materiales permiten dimensionar el trabajo realizado por Goycoolea a lo largo de los años, creando una suerte de “retrato” fantasmal del artista; retrato que se ve reafirmado en el epílogo que cierra Flash, texto elaborado por Carlos Almonte en el que la labor del poeta santiaguino es puesta en términos del situacionismo surgido en los años 50’: “Escribir como un disparo. Disparar como escribiendo. Goycoolea es un fotógrafo situacionista, en las tres acepciones acuñadas en 1958”, (p. 103).

Hay que aclarar de entrada que la poesía de Goycoolea se liga problemáticamente con la práctica fotográfica que él realiza, al menos en lo que al libro de G0 Ediciones se refiere. Sus textos surgen a partir de la observación de acciones cotidianas o paisajes urbanos, de los cuales el hablante se separa para instalar una suerte de reflexión en torno a las cosas y el significado que ellas presentan: hay, por tanto, una distancia que se hace palpable entre el lenguaje y sus referentes y que se manifiesta en una cualidad metaliteraria de la escritura de Flash. Esto se traduce a nivel de los poemas en la abstracción y sequedad que exhiben muchos de los textos que forman parte del libro, siendo Tergiver’s art el epítome que alcanza categoría de arte poética respecto a esta postura: “Forzar / Torcer / Las razones, argumentos / o las relaciones de los hechos / y sus circunstancias / Para defender o excusar / alguna cosa” (p. 12). La abstracción a la que he aludido antes, encuentra en poemas como El retrato familiar, Variedad del rostro humano y el magnífico La novela punk sus puntos más altos: “Comer sin parar / Tomar sin parar / Escribir es como fotocopiar / Te avergüenzas el que no eres / Te disfrazas / en pensamientos y erráticas miradas / como moscas / evitando el peso de una resaca / Hazte uno contigo en lo fragmentario / el resto resta en residuos de collage / Las moscas sobrevuelan / el lugar que real / y prácticamente habito / en mi cabeza” (p. 65).

Por el contrario (o mientras tanto: aquí el lector puede escoger libremente cuál locución adverbial usar) las fotografías que el libro incorpora desarrollan preferentemente un relato de soledad y marginación en que destaca, por sobre cualquier otro tema, la visibilización de un Valparaíso precario, siempre al borde del derrumbe y el abandono. En ellas parece gravitar la sombra de Edward Hopper, el pintor norteamericano, especialmente en aquellas tomas donde prevalecen las visiones nocturnas del puerto y en otras donde se presenta a personajes solitarios meditando en sus ventanas, de manera similar a como figura en cuadros emblemáticos de Hopper tales como Morning sun. Esta visibilización de la fragilidad del puerto adquiere en ciertas imágenes un lirismo intenso, como sucede, por ejemplo, en aquella fotografía que muestra una bandera chilena desgarrada flameando sobre un horizonte en que destaca la silueta del edificio del Congreso (en que parece resonar, de manera lejana, el trabajo del Álvaro Hoppe de los 80’), que hallamos en la página 13.

El diálogo que se transcribe, casi al final del libro, entre Juan Luis Martínez y Franklin Goycoolea, viene a resolver, de alguna manera, la tensión planteada entre palabra e imagen en Flash, puesto que en él se reflexiona, justamente, sobre el estatuto que cada uno de estos conceptos ocupa en la poética de ambos escritores, en especial respecto de la relación entre fotografía y silencio: “JLM: Una vez me ocurrió ver una serie de fotos tuyas en las que jugaba un papel central el ruido y la sobreexplotación de elementos que remitían a una laceración, a un desgaste. Sin embargo… había ahí un silencio por el cual la foto dejaba un espacio de respiro necesario. Una abertura. FJG: Definitivamente creo que muchas fotos, si no todas, tienen un silencio, un espacio en que no significan más que su silencio”, (p. 94). Encontramos aquí una teorización que permite establecer un puente entre el trabajo textual que desarrolla Goycoolea y su labor fotográfica y, también, que cierra de forma adecuada el retrato fantasmal que Flash construye de la figura del autor, que, parafraseando al mismo Juan Luis Martínez, podría resumirse más acertadamente en el caso de Goycoolea como “La vida del autor: su palabra, su imagen”.



CD MX, marzo 2018