12/12/07

El extremo, el centro, como guste, por Ramón Oyarzún





El centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, se encuentra en la constelación de Sagitario y está a 26.000 años luz de nosotros. Gracias a imágenes de alta resolución, es posible identificar miles de estrellas individuales en la zona del centro galáctico. Midiendo los movimientos de estas estrellas durante la última década se ha logrado demostrar que el centro de la galaxia concentra una masa equivalente a 3 millones de veces la masa del Sol en un radio de tan solo 10 años luz, lo que sugiere la presencia de un agujero negro supermasivo.
Los inigualables datos obtenidos por el instrumento NAOS-CONICA del VLT, muestran claramente la órbita elíptica que sigue una de las estrellas que rodean el centro galáctico.



Pocos pensaban que llegar fuera posible, personalmente nunca me lo creí mucho. Ya se había hablado que en algún momento debíamos salir del planeta y progresar hacia otros mundos si queríamos sobrevivir. Era suicida, sí, y además un suicidio catatónico, un viaje infinito en animación suspendida. Honestamente no pensé despertar. Las simulaciones indicaban que estaría viejo y casi sin fuerzas. He vivido más de mil años dormido y me aproximo a este destino final y fatal, soy el único humano que llega hasta acá, tal vez el último humano. No hay posibilidades de saber qué pasa con la tierra. Ahora no puedo saber si alguien me escucha o algo de lo escrito perdurará, no importa. Todo este cuento de la conquista del espacio no me importa ni me importará mucho. Pienso que me escogieron por una cuestión genética, de longevidad heredada. No quería llegar hasta acá, que lo sepa quien lea. En pocas horas entraré al centro de la galaxia, a su órbita de atracción, y no podré salir de ahí, por lo que me mantendré comunicando hasta entonces, ininterrumpido, ininterrumpible, mudo y sordo, ensordecido, enmudecido por este espacio infinito y esta distancia insalvable, por la masa inconcebible de este hueco negro del centro. Pienso que este hoyo negro es tan pleno que cuando ingrese la carcasa metálica que actúa como mi nodriza todo se desintegrará. Todo es teoría hasta que en pocos minutos, escasos segundos... Pero he llegado hasta acá, casi sin esfuerzo, dormido, entregado, entregando lo mejor de mis genes longevos. O bien puede ser un sueño, el primero de muchos en los miles de años del viaje, aunque no creo, ahora me duele respirar y la computadora termina los últimos cálculos de mi edad aproximada, milnovecientossiete años, aproximados, mucho más de lo esperado, la nave avisa que se agota la fuente de poder y dentro de poco no podré seguir escribiendo, apenas se sostendrá mi soporte vital, y la nave se dejará arrastrar por la masa atractiva del centro, de este corazón que palpita galaxias, que se expande y se contrae, esta es mi última transmisión consciente, un instante de vida regalado para que pueda expresar los segundos mínimos de conciencia, el resto del informe versará sobre la disolución de mi materialidad, componentes minerales y bacteriológicos, en la gran oscuridad antigua que crece a mi alrededor, no estoy orgulloso, nada queda de humano en este desharrapado cuerpo y en esta consciencia que apenas recuerda las praderas terrícolas, serían verdes, ¿o rojas? ya dejo de distinguir colores, ahora escucho los tonos de mi liberación, las paredes de mi prisión crujen, parece que pudiera tocar las estrellas pero no recuerdo cómo moverme, viajo hacia lo antiguo, hacia lo primero y anterior, a lo que antes no pudo ser visto, viajo hacia el tiempo cuando el universo era joven y nosotros no éramos, y todo se disuelve derritiéndose, desvanecido en una inmaterialidad fantasmal ....






!aj, odumodneurtse

Foto: el centro de la galaxia, Archivo ESO