18/5/09

La mística de la Iluminación. Conversaciones con U.G. Krishnamurti

Fragmento inicial





La gente me llama un 'hombre iluminado' -yo detesto ese término- ellos no pueden encontrar otro nombre para describir la forma en que estoy funcionando. Al mismo tiempo, yo señalo que no existe en absoluto la iluminación. Lo digo porque toda mi vida he buscado y deseado ser un hombre iluminado, y descubrí que no existe tal cosa, y así la cuestión sobre si un hombre en particular es un iluminado, o no, jamás surge. Me importa un rábano un Buddha de hace 2500 años, y mucho menos todos los demás demandantes que tenemos entre nosotros. Son un manojo de explotadores, que viven a costa de la credulidad de las personas. No hay ningún poder más allá del hombre. El hombre ha creado a Dios a partir del miedo. Así que el problema es el miedo, no Dios. He descubierto para y por mí mismo que no hay 'yo' que realizar -esa es la realización de la cual estoy hablando. Llega como un golpe demoledor. Te golpea como un rayo. Uno pone todo en el mismo canasto, la auto-realización, y, al final, inesperadamente descubre que no hay 'yo' que descubrir, no hay 'yo' que realizar- y uno se dice a sí mismo "¡¿Qué diablos estuve haciendo toda mi vida?!". Eso lo deshace. Toda clase de cosas me pasaron -yo atravesé eso. El dolor físico fue insoportable- por eso es que les digo que ustedes no quieren esto en realidad. Desearía poder darles una visión de esto, un toque de esto, entonces no querrían más esto en absoluto. Lo que ustedes están buscando no existe; es un mito. No querrían tener nada que ver con esto.



UG: Yo mantengo que - no sé, de la forma que lo llamen ustedes; no me gusta usar las palabras 'iluminación', 'libertad', 'moksha' o 'liberación'; todas esas son palabras muy cargadas, tiene una connotación propia - esto no puede ser producido por ningún esfuerzo de parte de ustedes; sólo ocurre. Y por qué le ocurre a un individuo y no a otro, yo no lo sé.
Interlocutor: ¿Así que, le ha pasado a usted?

UG: Me ha pasado a mí.
I: ¿Cuándo, señor?

UG: Cuando tenía cuarenta y nueve años. Pero hagan lo que hagan en la dirección de lo que sea tras de lo cual andan ustedes - el reconocimiento o la búsqueda de la verdad o la realidad - los aleja de vuestro propio estado natural, en el cual están siempre. Esto no es algo que puedan adquirir, lograr o completar como resultado de vuestro esfuerzo - por eso es que utilizo la palabra 'acausal'. Esto no tiene causa, pero de alguna manera la búsqueda llega a un final.
I: ¿Usted cree que no es el resultado de la búsqueda? Se lo pregunto porque he oído que ha estudiado filosofía, que tuvo contacto con personas religiosas...

UG: Vea, la búsqueda lo aleja de usted mismo - esto está en la dirección opuesta - esto no tiene absolutamente ninguna relación.
I: A pesar de eso, sucedió, ¿no fue por eso?

UG: A pesar de eso - sí, esa es la palabra. Todo lo que ustedes hacen impide que eso que ya está allí se exprese por sí mismo. Por eso yo llamo a esto 'vuestro estado natural'. Siempre están es ese estado. Lo que impide que lo que está allí se exprese por sí mismo en su propia forma es la búsqueda. La búsqueda siempre es en la dirección equivocada, así que todo lo que consideran tan profundo, todo lo que consideran sagrado, es una contaminación en esa conciencia. Puede que no les guste (Se ríe) el término 'contaminación', pero todo lo que consideran sagrado, santo y profundo es una contaminación. Entonces, no hay nada que puedan hacer. No está en vuestras manos. No me gusta usar la palabra 'gracia', porque si uno usa la palabra 'gracia', ¿la gracia de quién? Usted no es un individuo especialmente escogido; usted merece esto, no sé por qué. Si me fuera posible, yo ayudaría a alguien. Esto es algo que no puedo dar, porque ustedes lo tienen. ¿Por qué debería darles esto? Es ridículo pedir algo que ustedes ya tienen.
I: Pero yo no lo siento, y usted sí.

UG: No, esto no es una cuestión de sentirlo, no es una cuestión de conocerlo; nunca lo conocerán. Uno no tiene forma de conocer esto en absoluto; esto se expresa a sí mismo. No hay conciencia... Miren, no sé cómo plantearlo. Nunca el pensamiento de que soy diferente a alguien aparece en mi conciencia.
I: ¿Ha sido así desde el principio, desde que tiene conciencia?

UG: No, no puedo decir eso. Yo fui tras algo -como cualquiera que creció en una atmósfera religiosa- buscando algo, persiguiendo algo. Así que, contestar esa pregunta no es fácil, porque tendré que introducirme en todo el trasfondo de esto. Quizás llegue, no lo sé.
I: Sólo por curiosidad, como Nachiketa, estoy muy interesado en conocer cómo esas cosas le han sucedido a usted personalmente, hasta dónde sea que usted este consciente de eso.

UG: No, vea, le tendré que contar toda mi vida -me tomará mucho tiempo. La historia de mi vida marcha hasta un punto, y entonces se detiene- no hay más biografía después de eso. Los dos biógrafos que están interesados en escribir mi biografía tienen dos aproximaciones diferentes. Uno dice que lo que yo hice -el sadhana (ejercicios espirituales), la educación, todo el trasfondo- me pusieron allí. Yo digo que esto fue a pesar de todo eso. El otro biógrafo no está muy interesado en mi sentencia 'a pesar de', porque para él no hay material suficiente para llenar un gran volumen. (Risas) Ellos están más interesados en 'eso'. Los editores también están interesados en esa clase de cosas. Es muy natural pues ustedes están operando en un campo dónde la relación causa y efecto opera siempre; por eso están ustedes interesados en encontrar la causa, cómo fue que esto sucedió. Así que, estamos de vuelta en dónde empezamos: aún estamos involucrados con el 'cómo'. Mi trasfondo no tiene valor: no puede ser un modelo para nadie, porque vuestro trasfondo es único. Cada evento en vuestra vida es un hecho único en su propia forma. Vuestras condiciones, vuestro ambiente, vuestro trasfondo - toda la cosa es diferente. Cada evento en vuestra vida es diferente.
I: No busco un modelo para darle al resto del mundo - no lo estoy preguntando desde ese ángulo. Vemos una estrella, vemos el sol, vemos la luna - esto es como eso; no que yo vaya a pretender imitarlo. Puede tener relevancia, ¿quién sabe? Por eso fue que dije que soy Nachiketa: no quiero irme de aquí sin conocer la verdad de usted.

UG: Usted necesita un Yama Dharmaraja que conteste vuestras preguntas.
I: Si no le molesta, sea mi Yama Dharmaraja.

UG: A mí no me molesta. Ayúdeme. Mire, no tengo ayuda, no sé dónde comenzar. Dónde terminar, sí sé. (Risas) Creo que voy a tener que contar toda la historia de mi vida.
I: No nos molesta escuchar.

UG: No se me ocurre nada.
I: Necesita ser inspirado.

UG: No estoy inspirado, y soy la última persona para inspirar a alguien. Voy a tener que contarle, para satisfacer vuestra curiosidad, el otro lado, el lado barato de mi vida.

(Nació el 9 de Julio de 1918 en el sur de la India en una familia Brahmin de clase media-alta. Siendo el apellido de la familia Uppaluri, le fue dado el nombre de Uppaluri Gopala Krishnamurti. Su madre murió poco después de darlo a luz, y él creció con sus abuelos maternos en el pequeño pueblo de Gudivada, cerca de Masulipatam).

Crecí en una atmósfera muy religiosa. Mi abuelo era un hombre muy culto. Conoció a Blavatsky (la fundadora de la Sociedad Teosófica), a Olcott y, más luego, a la segunda y tercera generación de Teósofos. Todos ellos visitaron nuestra casa. El fue un gran abogado, un hombre muy rico, un hombre muy culto y, muy extrañamente, un hombre muy ortodoxo. Era una mezcla un poco rara: la ortodoxia, la tradición por un lado, y, lo opuesto, la Teosofía y todo eso, por el otro. No logró establecer un buen balance. Ese fue el comienzo de mi problema.

(Solían decirle a UG que su madre había dicho, justo antes de morir, que él 'había nacido para alcanzar un destino inmensurablemente elevado'. Su abuelo tomó esto muy en serio y renunció a sus prácticas legales para dedicarse por completo a la crianza y educación de UG. Sus abuelos y los amigos de estos estaban convencidos de que él era un yoga bhrashta, uno que se había quedado a unos pocos pasos de la iluminación en su vida pasada).

Él tenía hombres doctos en su nómina, y se dedicó, por alguna razón -no quiero entrar en el asunto- a crear una atmósfera profunda para mí y para educarme en la forma correcta, inspirado por los Teósofos y todo el resto. Y así, cada mañana, aquellos tipos vendrían y leerían los Upanishads, Panchadasi, Nyshkarmya Siddhi, los comentarios, los comentarios de los comentarios, todo eso, desde las cuatro hasta las seis en punto, y este niño de cinco, seis o siete años, tenía que escuchar toda esa porquería. Tanto así que cuando cumplí los siete años podía repetir casi todo eso de memoria, los pasajes del Panchadasi, del Nyshkarmya Siddi y esto, eso y lo otro. Así que muchos hombres santos visitaron mi casa -la Orden Ramakrishna y los otros; ustedes nombren, y los tipos de alguna forma visitaron mi casa- ese era un hogar abierto para todo hombre santo. Entonces, algo que descubrí cuando era muy joven es que eran todos unos hipócritas: decían algo, creían algo, y sus vidas estaban vacías, nada. Ese fue el comienzo de mi búsqueda. Mi abuelo solía meditar. (Ya ha muerto, y no quiero decir nada malo sobre él.) Solía meditar una o dos horas en una sala de meditación aparte. Un día un pequeño, de un año y medio o dos, empezó a llorar por alguna razón. Ese tipo vino y molió a palos al niño - y este hombre... ¿lo ven? meditando dos horas por día. "¡Miren! ¿qué es lo que ha hecho?" Eso planteó una suerte de (no quiero usar el término psicológico, pero no hay escape de él) experiencia traumática - "Debe haber algo raro con todo el asunto de la meditación. Sus vidas son frívolas, vacías. Hablan maravillosamente, expresan las cosas de una forma muy bella, pero ¿qué hay sobre sus vidas? Tienen este miedo neurótico en sus vidas: dicen algo, pero ese algo no opera en sus vidas. ¿Qué hay de malo en ellos? - no que yo me erija en juez de estas personas. Y las cosas siguieron y siguieron, así que me involucré con estas cosas: "¿Hay algo de realidad en lo que ellos profesan - el Buddha, Jesús, los grandes maestros? Todos están hablando sobre moksha, liberación, libertad. ¿Qué es eso? Quiero conocerlo por mí mismo. Todos esos tipos son inútiles, pero debe haber alguien en este mundo que sea una encarnación y un apóstol de todas aquellas cosas. Si hay uno, quiero encontrarlo. Entonces pasaron un montón de cosas. Por aquellos días había un hombre llamado Sivananda Saraswati - era el evangelista del Hinduismo. Entre los catorce y los veintiuno (estoy salteándome muchos eventos innecesarios) solía ir allí y reunirme con él muy seguido, e hice de todo, todas las austeridades. Yo era tan joven, pero estaba decidido a descubrir si había algo como moksha, y quería ese moksha para mí. Quería probarme a mí mismo y a los demás que no podía haber hipocresía en esas personas - "Son todos unos hipócritas" - así que practiqué yoga, practiqué meditación, lo estudié todo. Experimenté cada una de las experiencias de las que los libros hablaban - samadhi, súper-samadhi, nirvikalpa samadhi, todas. Entonces me dije a mí mismo "El pensamiento puede crear cualquier experiencia que desees - felicidad, beatitud, éxtasis, disolución en la nada - todas esas experiencias. Así que, esta no puede ser la cuestión, porque yo soy la misma persona, mecánicamente practicando estas cosas. La meditación no tiene valor para mí. Esto no me está conduciendo a ninguna parte". Entonces, vean, el sexo se convirtió en un problema tremendo para mí, un ser humano joven: "Es algo natural, un asunto biológico, una urgencia en el cuerpo humano. ¿Por qué todas estas personas quieren negar el sexo y suprimir algo tan natural, algo que está relacionado con todo, en orden a obtener alguna otra cosa? Esto es más real, más importante para mí que moksha y liberación y todo eso. Esto es una realidad -pienso en dioses y diosas y tengo sueños eróticos- tengo esto en mí. ¿Por qué debería sentirme culpable? Es algo natural; no tengo control sobre esta cosa que está sucediendo. La meditación no me ha ayudado, el estudio no me ha ayudado, mis disciplinas no me han ayudado. Nunca toqué sal, nunca toqué pimientos ni ningún condimento". Entonces un día encontré a este hombre Sivananda comiendo mangos en vinagre a puertas cerradas - "He aquí un hombre que se ha negado todo con la esperanza de obtener algo, pero ese tipo no puede controlarse a sí mismo. Es un hipócrita". - No me interesa hablar mal de él - "Esta clase de vida no es para mí".






Conversaciones en India y Suiza, entre 1973 y 1976