4/5/09

una de gatos y mal de ojo, por Ramón Ce





I am going to put myself to sleep now for a bit longer than usual.
Call it Eternity.
Jerzy Kosinski



Así he escuchado que pasa:

En una misma habitación un niño desnudo
deprivado de alimento dignidad humanidades mínimas
vigilado por pareja de gatos invernales, celosos, hambrientos
cuelga sosteniéndose a cuchara de estaño
clavada en lo alto de vigas añosas
los gatos se huelen, lamen, pelean
intentan alcanzar sangrantes pies de niño
estira contrae alternativamente sus brazos
cambiando el peso para no caer
la cuchara talla un ojo de madera en la veta herida
los gatos lamen gotas de sangre de pies azulosos
lleno el aire de olor a sexo y sangre
llena esta página de letra y carne
pelean y se tuercen
como sólo podrían los felinos
como sólo podrán los poetas
miaullido atroz
el macho monta a la hembra
en un segundo fugaz de silencio inmóvil
el niño salta/cae sobre los gatos
atravesándolos la cuchara
trozadora de vigas
rompe espinas, arranca/ahoga gritos
cadáveres
cadáver
imposible de separar/diferenciar
mira con cuatro ojos vidriosos
dos colas amoratadas
los pozos/espejos incrédulos
del asesino con cara de niño
con manos de tinta
miran impermanentes
fondo desdibujado en aleph
totalidad iluminada
compasión... sólo los animales saben morir
ojos que desde la húmeda prisión
miran el sol
el vacío bibliográfico les contendrá
los apócrifos de martínez, las lecturas de cheshire (che´z ch´a ier prefiere un amigo)
las soledades de heredia y los ditirambos históricos de tantos ficionadores
mientras queer niño
irrrrrespetuoso
preferirá ocupar usar utilizar ejercer funcionar
extractiva la cuchara
urgar líquidas comisuras donde vase la vida
ex-epilépticos amantes felinos
observan
observa: la deglución de los ojos
llevados por niño pájaro
piensa: a dónde llevarán estas visiones? es que verá de noche?
y tapa los ojos, para que no te/se los roben
ni perder/te/los nunca

mientras que yo quería escribir:

como Borges, y tantos otros antes que él, supe que mi destino sería literario, pero en mi caso no fue desde siempre, sino cuando un accidente que todavía marca mi rostro, me regaló la conciencia infantil e inconsciente de la fragilidad del ojo, ese globo líquido que todos de niño pusimos en riesgo inocente, frente el león doméstico, y que si la novela es un espejo que se pasea sobre sí mismo, el poema será una cuna que se vuelca sobre un niño, o una cuchara que se convierte en daga.

Pero claro, esto...
esto había sido dicho muchas veces antes
así lo había escuchado
(no) así como lo reproduzco
frente a lo imposible de contar lo que vieron los gatos
las paredes, los iluminados, los que leyeron... y los de antes