13/11/11

Sexo anti-gravitacional, por Renzo Pugliesi






“Últimamente he andado obsesionado con una idea: el sexo anti-gravitacional. O en otras palabras, ¿cómo será hacer el amor fuera de la órbita terrestre? Me viene a la mente la imagen de dos astronautas haciendo el amor en el espacio exterior. Salen de una nave espacial, conectados por dos cables que sujetan sus trajes espaciales. Están en una zona de gravedad cero. ¿Existirá el deseo sexual en gravedad cero? ¿La sexualidad se regirá por otra forma de gravedad en el espacio exterior? ¿Qué impulsará, finalmente, la atracción de los cuerpos en el espacio y dirigirá ese extraño sentido del tacto que rige en la tierra?

Me imagino una maraña de cables conectando los trajes espaciales de un hombre y una mujer flotando en el espacio. Todos los cables transmiten las sensaciones de una célula de la piel y se encuentran conectados al cerebro de los astronautas. Miles de células de piel forman otra piel mecánica que explota en electrodos y voltios de diferentes intensidades. Las sensaciones se reproducen, cambian, mutan. Cada célula de la piel transmite una imagen al cerebro. Cada célula lleva un código de transmisión. La célula 2055XH1, por ejemplo, transmitió unos ojos verdes que miraban al mar. La célula 214569FH2 proyectaba un par de senos deslizándose por la acera. La célula 342354DW3 proyectaba un hombre con el sexo en forma de botella transparente haciendo el amor con una mujer que era al mismo tiempo un parapente.

Al principio las células de los astronautas intercambian chispazos de colores. Este es el primer instante de la cópula. Estos chispazos buscan quebrar la pulsión antigravitacional de los cuerpos y logran que se acerquen los cuerpos, y, si es posible, que se toquen.

Lo que sucede después es que los ojos de los astronautas se reconocen y son llevados uno hacia el otro. Los ojos también se conectan y, a través de ellos, se reproducen las millones de imágenes que transmiten simultáneamente las células de la piel en un segundo. Lo que sigue es el mayor orgasmo visual que uno pueda imaginarse.
Millones de imágenes se superponen y copulan entre ellas. Todos los cuerpos que el astronauta varón y la astronauta mujer han visto o sentido, tocado o deseado a través de la piel durante su vida explosionarán e implosionarán en unos cuantos nanosegundos. Los cuerpos transpiran carbón como locomotoras. Al final, pares de ojos eyacularán ondas electromagnéticas, sin poder contenerse.

Del semen del astronauta nacerá una supernova. De las gotas de los fluidos vaginales... surgirá el polvo interestelar, y de ese líquido-madre surgirán los planetas y los más extraños equinoccios de luz de cuyos desvaríos secretos surgió la vida”.

Neil Armstrong
Post Data

El extraño texto que ustedes acaban de leer fue escrito por Neil Armstrong en el año 1969. Algunos creen que surgió a raíz de un sueño erótico que él tuvo durante su primera noche orbitando el planeta a bordo del Apollo XI.



en El club de la jirafa, Lima, 2009