13/12/11

Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia, por Blaise Cendrars







Dedicada a los músicos

En aquel tiempo estaba en mi adolescencia
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba más mi infancia
Estaba a 16.000 millas del lugar de mi nacimiento
Estaba en Moscú, en la ciudad de los mil y tres campanarios y las siete estaciones
Y no tenía bastante con las siete estaciones y las mil y tres torres
Porque mi adolescencia estaba así de ardiente y así de loca
Que mi corazón, de tiempo en tiempo, se quemaba como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Cuando se esconde el sol.
Y mis ojos iluminaban las antiguas vías.
Y entonces yo era ya un tan mal poeta
Que no sabía llegar hasta el final.

El Kremlin era como una inmensa torta tártara
Crujiente de oro.
Con las grandes almendras de las catedrales enteramente blancas
Y el oro meloso de las campanas...
Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode
Yo estaba sediento
Y descifraba caracteres cuneiformes
Luego, de repente, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza
Y mis manos también alzaban el vuelo, con susurros de albatros
Y esto, eran reminiscencias últimas de día último
De todo viaje último
Y del mar.

Aún, yo era un tan malísimo poeta.
No sabía llegar hasta el final.
Estaba hambriento
Y todos los días y todas las mujeres en los cafés y todos los vasos
Habría querido beber y romper
Y todas las vitrinas y todas las calles
Y todas las casas y todas las vidas
Y todas las ruedas de los carros que giraban como torbellinos sobre los malvados pavimentos
Habría querido hundir en un horno de espadas
Y habría querido moler todos los huesos
Y arrancar todas las lenguas
Y licuar todos esos grandes cuerpos extraños y desnudos bajo las vestimentas que me enloquecían....
Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…
Y el sol era una herida malvada
Que se abría como un brasero.

En aquel tiempo estaba en mi adolescencia
Tenía apenas dieciséis años y ya no recordaba mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería alimentarme de llamas
Y tenía suficiente de las torres y las estaciones que constelaban mis ojos
En Siberia tronó el cañón, era la guerra
La hambre el frío la peste el cólera
Y las aguas limosas del Amor arrastraban millones de carroñas
En todas las estaciones veía partir todos los últimos trenes
Nadie podía ya partir pues no se vendían más boletos
Y los soldados que se iban hubieran preferido quedarse...
Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorode.

Yo, el mal poeta que no quería ir a ninguna parte, podía ir a todos lados
Y también los comerciantes todavía tenían dinero suficiente
Para ir a intentar hacer fortuna.
Su tren salía todos los viernes de mañana.
Se decía que ahí había muchos muertos.
Uno llevaba cien cajas de despertadores y cucús de la Selva Negra
Otro, cajas de sombreros, cilindros y un surtido de sacacorchos de Sheffield
Otro, ataúdes de Malmoe llenos de latas de conservas y sardinas en aceite
También había ahí muchas mujeres
Mujeres de entrepiernas en alquiler que también podían usarse
Ataúdes
Todas ellas estaban patentadas
Se decía que había ahí muchos muertos
Ellas viajaban con tarifa reducida
Y todas tenían una cuenta corriente en el banco.

Pues bien, un viernes de mañana, fue por fin mi turno
Estábamos en diciembre
Y yo partí también para acompañar al viajante joyero que iba a Kharbine
Teníamos dos asientos en el expreso y 34 cofres de joyería de Pforzheim
Pacotilla alemana «Made in Germany»
Había vestido un traje nuevo, y al subir al tren se me perdió un botón
- Me acuerdo, me acuerdo, a menudo pensé en ello desde entonces-
Yo dormía sobre los cofres y me sentía muy contento
de poder jugar con la browning niquelada que también me había dado.

Me sentía muy feliz despreocupado
Creía jugar a los bandoleros
Habíamos robado el tesoro de Golconda
Y, gracias al transiberiano, íbamos a ocultarlo del otro lado del mundo
Yo tenía que defenderlo contra los ladrones del Ural que habían atacado a los saltimbanquis de Julio Veme
Contra los khounguzes, los boxeadores de la China
Y los enrabiados pequeños mongoles del Gran Lama
Alibabá y los cuarenta ladrones
Y los fieles del terrible Viejo de la montaña
Y sobre todo, contra los más modernos
Los rateros de hotel
Y los especialistas de expresos internacionales.

Y sin embargo, y sin embargo
Estaba triste como un niño
Los ritmos del tren
La «médula ferrocarril» de los psiquiatras americanos
El ruido de las puertas de las voces de ejes rechinando sobre rieles congelados
El ferlín de oro de mi futuro
Mi browning el piano y los juramentos de los jugadores de cartas en el compartimento de al lado
La deslumbrante presencia de Jeanne
El hombre de anteojos azules que se paseaba nerviosamente por el corredor y me miraba al pasar
Murmullos de mujeres
Y el silbido del vapor
Y el eterno ruido de las ruedas locas en los surcos del cielo
Los vitrales escarchados
¡No naturaleza!
Y detrás, las planicies siberianas el cielo bajo y las grandes sombras de los Taciturnos que suben y bajan
Estoy acostado sobre una mantón
Atiborrado
Como mi vida
Y mi vida no me abriga más que esa manta
Escocesa
Y Europa entera apercibida por el parabrisas de un expreso a toda máquina
No es más rica que mi vida
Mi pobre vida
Este chal
Deshilachada sobre cofres llenos de oro
Con los que viajo
Que sueño
Que fumo
Y la única llama del universo
Es un pobre pensamiento...

Desde el fondo de mi corazón me brotan lágrimas
Si pienso, Amor, en mi querida;
Ella no es más que una niña, que encontré así
Pálida, inmaculada, al fondo de un burdel.

No es más que una niña, rubia, risueña y triste,
No sonríe más y nunca jamás llora;
Pero al fondo de sus ojos, cuando te deja beber en ellos,
Tiembla un dulce lis de plata, la flor del poeta.

Ella es dulce y muda, sin ningún reproche,
Con un largo estremecimiento al usted aproximarse;
Pero cuando yo voy hacia ella, de aquí, de allá, de fiesta,
Ella da un paso, luego cierra los ojos - y da un paso.
Porque ella es mi amor, y las otras mujeres
No tienen más que vestidos de oro sobre grandes cuerpos llameantes,
Mi pobre amiga es tan desamparada,
Está toda desnuda, no tiene cuerpo -ella es tan pobre.

Ella no es más que una flor cándida, esbelta,
La flor del poeta, un pobre lis de plata,
Todo frío, todo solo, y así tan mustio
Que me brotan lágrimas si pienso en su corazón.
Y esta noche es similar a otras cien mil cuando un tren rasga la noche
- Caen los cometas-
Y el hombre y la mujer, aún jóvenes, se divierten haciendo el amor.

El cielo es como la carpa desgarrada de un circo pobre en un pueblito de pescadores
En Flandes
El sol es un quinqué humoso
Y en lo más alto de un trapecio una mujer representa la luna.
El clarinete el pistón una flauta agria y un mal tambor
Y aquí está mi cuna
Mi cuna
Estaba siempre cerca del piano cuando mi madre como Madame Bovary tocaba las sonatas de Beethoven
Yo pasé mi infancia en los jardines suspendidos de Babilonia
Y faltando a la escuela, en las estaciones frente a los trenes a punto de salir
Ahora, hago correr todos los trenes a todo lo largo de mi vida
Bale-Tombuctú
También jugué a las carreras en Auteuil y Longchamp
París-Nueva York
Ahora, hago correr todos los trenes a todo lo largo de mi vida
Madrid-Estocolmo
Y perdí todas mis apuestas
Sólo queda la Patagonia, la Patagonia, que conviene a mi inmensa tristeza, la Patagonia, y un viaje por los mares del Sur
Estoy en camino
Siempre he estado en camino
Estoy en el camino con la pequeña Jehanne de Francia
El tren pega un peligroso salto y vuelve a caer sobre todas sus ruedas
El tren vuelve a caer sobre sus ruedas
El tren siempre vuelve a caer sobre todas sus ruedas.

«Blaise, di, ¿estamos muy lejos de Montmartre?».

Estamos lejos, Jeanne, viajas desde hace siete días
Estás lejos de Montmartre, de la Butte que te alimentó del Sagrado Corazón contra el cual te acurrucaste
París desapareció y su enorme fogata
No queda más que las cenizas constantes
La lluvia que cae
La turba que se hincha
La Siberia que gira
Los pesados manteles de nieve que ascienden
Y el cascabel de la locura que tintinea como un último deseo en el aire azulado
El tren palpita en el corazón de los horizontes plomizos
Y tu pena ríe burlona...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?».

Las inquietudes
Olvida las inquietudes
Todas las estaciones agrietadas oblicuas sobre la ruta
Los hilos telegráficos de los que cuelgan
Los postes grotescos que gesticulan y los estrangulan
El mundo se estira se alarga y se retira como un acordeón que una mano sádica atormenta
En las desechadas del cielo, las locomotoras furiosas
Fugándose
Y en los agujeros,
Las vertiginosas ruedas las bocas las voces
Y los perros de la desdicha que ladran a nuestras espaldas
Los demonios están desencadenados
Chatarras
Todo es un acorde falso
El brun-run-run de las ruedas
Choques
Rebotes
Nosotros somos una tormenta bajo el cráneo de un sordo...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?».

Pero sí, me enervas, bien lo sabes, estamos bien lejos
La locura recalentada ruge en la locomotora
La peste el cólera se alzan como brasas ardientes en nuestro camino
Desaparecemos en plena guerra en un túnel
La hambre, la puta, se aferra a las nubes en desbandada
Y hieden las batallas en montones apestosos de muertos
Haz como ella, haz tu oficio...

«Dime, Blaise, ¿estamos nosotros bien lejos de Montmartre?».

Sí, lo estamos, lo estamos
Todos los chivos emisarios reventaron en este desierto
Oye los cencerros de ese rebaño sarnoso Tomsk Tcheliabinsk Kainsk Obi Taichet Verkné Udinsk Kurgán Samara PensaToulone
La muerte en Manchuria
Es nuestro desembarcadero es nuestra última guarida
Este viaje es terrible
Ayer por la mañana
Iván Oulitch tenía los cabellos blancos
y Kolia Nicolai Ivanovitch se roe los dedos desde hace quince días...
Haz como ellos la Muerte la Hambre haz tu oficio
Eso cuesta cien francos, en transiberiano, eso cuesta cien rublos
Afiebra los bancos y enrojece bajo la mesa
El diablo está en el piano
Sus nudosos dedos excitan a todas las mujeres
La Naturaleza
Las Busconas
Haz tu oficio
Hasta Kharbine...

«Dime, Blaise, ¿nosotros estamos bien lejos de Montmartre?».

No pero... déjame en paz... déjame tranquilo.
Tienes caderas angulares
Tu vientre es agrio y tienes blenorragia
Eso es todo lo que París puso en tu regazo
También un poco de alma... porque eres desdichada
Tengo piedad tengo piedad ven hacia mí sobre mi corazón
Las ruedas son los molinos de viento de Jauja
Y los molinos de viento son las muletas que hace girar un mendigo
Somos los lisiados del espacio
Rodamos sobre nuestras cuatro heridas
Nos han roído las alas
Las alas de nuestros siete pecados
Y todos los trenes son los chinchines del diablo
Pesebrera
El mundo moderno
La velocidad no tiene la culpa
El mundo moderno
Las lejanías están demasiado lejos
Y al final del viaje es terrible ser un hombre con una mujer...

«Dime, Blaise, ¿nosotros estamos bien lejos de Montmartre?».

Tengo piedad tengo piedad ven a mí te voy a contar una historia
Ven a mi cama
Ven hacia mi corazón
Te contaré una historia...

¡Oh ven! ¡Ven!

En Fidji reina la primavera eterna
La pereza
El amor extasía a las parejas en la hierba alta y la sífilis ronda bajo los bananeros
¡Ven a la islas perdidas del Pacífico!
Tienen nombres de Fénix, de Marquesas
Borneo y Java
y Célibes con forma de gato.

No podemos ir al Japón
¡Ven a Méjico!
En sus altiplanicies florecen los tulipaneros
Las lianas tentaculares son la cabellera del sol
Se diría la paleta y los pinceles de un pintor
Colores fragorosos como gongs,
Allí estuvo Rousseau
Allí deslumbró su vida
Es el país de los pájaros
El pájaro del paraíso, el ave lira
El tucán, el pájaro burlón
Y el colibrí anida en el corazón de los lirios negros
¡Ven!
Nos amaremos en las majestuosas ruinas de un templo azteca
Tú serás mi ídolo
Un ídolo abigarrado infantil un poco feo y extrañamente raro
¡Oh ven!

Si quieres iremos en aeroplano y volaremos sobre el país de los mil lagos,
Las noches allí son desmesuradamente largas
El ancestro prehistórico tendrá miedo de mi motor
Aterrizaré
Y construiré un hangar para mi avión con los huesos fósiles de mamut
El fuego primitivo recalentará nuestro pobre amor
Samovar
Y nos amaremos muy burguesamente cerca del Polo,
¡Oh ven!

Jeanne Jeannette Ninette nini ninon nichon
Mimi mamor mi popamor mi Perú
Dodo dondón
Zahorí mi calzón
Querida corazoncito
Nenita
Querida cabrita
Mi pequeña pecadito
Chuchita
Cucú
Cucú
Ella duerme.

Ella duerme
Y no se engulló ni una sola de todas las horas del mundo
Todos los rostros vislumbrados en las estaciones
Todos los relojes
La hora de París la hora de Berlín la hora de San Petersburgo y la hora de todas las estaciones
Y en la Oufa, el rostro ensangrentado del cañonero
Y la esfera tontamente luminosa de Grodno
Y el avance perpetuo del tren
Todas las mañanas ponemos los relojes a la hora
El tren avanza y el sol retarda
Nada hace ahí, oigo las campanas sonoras
La enorme campana de Notre-Dame
La campaneta agridulce del Louvre que llama a la San Bartolomé
Los carillones enmohecidos de Bugres-la-Morte
Las campanillas eléctricas de la biblioteca de Nueva York
Las campanas de Venecia
Y las campanas de Moscú, el reloj de la Puerta Roja que me contaba las horas cuando estaba en una oficina
Y mis recuerdos
El tren retumba en las placas giratorias
El tren rueda
Un gramófono gutural iza una marcha gitana
Y el mundo, como el reloj del barrio judío de Praga, gira locamente al revés

Deshoja la rosa de los vientos
He aquí que zumban las tormentas desencadenadas
Los trenes ruedan en torbellino sobre las redes enmarañadas
Baleros diabólicos
Hay trenes que nunca jamás se encuentran
Otros se pierden en el camino
Los jefes de .estación juegan al ajedrez
Tric-trac
Billar
Carambolas
Parábolas
La vía férrea es una nueva geometría
Siracusa
Arquímedes
Y los soldados que lo degollaron
Y las galeras
Y las naves
Y los ingenios prodigiosos que inventó
Y todas las matanzas
La historia antigua
La historia moderna
Los torbellinos
Los naufragios
También ese del Titanic que leí en el diario
Tantas imágenes-asociaciones que no puedo desarrollar en mis versos
Porque todavía soy un poeta malísimo
Porque el universo me desborda
Porque me negué a asegurarme contra los accidentes de tren
Porque no sé llegar hasta el final
Y tengo miedo.

Tengo miedo
No sé llegar hasta el final
Como mi amigo Chagall podría hacer una serie de pinturas dementes
Pero no tomé notas durante el viaje
“Perdónenme la ignorancia
“Perdónenme no conocer ya el antiguo juego de los versos”
Como dice Guillaume Apollinaire
Todo lo que se refiere a la guerra puede leerse en las Memorias de Kuropatkin
O en los diarios japoneses que son tan cruelmente ilustrados
Para qué documentarme
Me abandono
A los sobresaltos de mi memoria...

A partir de lrkutsk el viaje se hizo demasiado lento
Demasiado largo
Nosotros estábamos en el primer tren que rodeaba el lago Baikal
Habíamos adornado la locomotora con banderas y farolitos
Y dejamos la estación con los tristes acentos del himno al Zar
Si yo fuera pintor vertería mucho rojo, mucho amarillo hacia el final de este viaje
Pues en verdad creo que todos estábamos un poco locos
Y que un inmenso delirio ensangrentaba las caras enervadas de mis compañeros de viaje
Cuando nos acercábamos a Mongolia
Que retumbaba como un incendio.
El tren había disminuido su marcha
Y percibía en el perpetuo rechinar de ruedas
Los acentos locos y los sollozos
De una liturgia eterna.

He visto
He visto los trenes silenciosos los trenes negros que volvían del Extremo Oriente y que pasaban como fantasmas
Y mi ojo, como el fanal de popa, aún corre tras esos trenes
En Talga 100.000 heridos agonizaban faltos de socorro
Visité los hospitales de Krasnoiarsk
Y en Khilok nos cruzamos con un largo convoy de soldados locos
Vi en los lazaretos llagas abiertas heridas que sangraban atormentadoras
Y los miembros amputados danzaban en derredor o se envolaban en el aire ronco
El incendio se hallaba en todas las caras en todos los corazones
Dedos idiotas tamborileaban sobre todos los vidrios
Y bajo la presión del miedo todas las miradas reventaban como abscesos
En todas las estaciones quemaban todos los vagones
Y he visto
He visto trenes de 60 locomotoras que huían a todo vapor perseguidas por los horizontes en celo y bandas de cuervos
que alzaban el vuelo desesperadamente tras ellos
Desaparecer
En dirección de Port-Arthur.

En Tchita tuvimos algunos días de respiro
Detención de cinco días debido a la obstrucción de la vía
Los pasamos en casa del Señor Iankelewitch que quería darme a su hija única en matrimonio
Luego volvió a partir el tren.
Ahora me había instalado yo en el piano y me dolían los dientes
Cuando quiero revivo ese interior tan tranquilo la tienda del padre y los ojos de la hija que venía de noche a mi cama
Mussorgsky
Y los lieder de Hugo Wolf
Y las arenas del Gobi
Y en Khailar una caravana de sombreros blancos
Realmente creo que estuve ebrio durante más de 500 kilómetros
Pero estaba en el piano y es eso todo lo que vi
Cuando se viaja habría que cerrar los ojos
Dormir
Hubiera deseado tanto dormir
Reconozco todos los países con los ojos cerrados por su olor
Y reconozco todos los trenes por el ruido que hacen
Los trenes de Europa son de cuatro tiempos mientras que los de Asia son de cinco o siete tiempos
Otros van en sordina son canciones de cuna
Hay algunos que por el ruido monótono de las ruedas me recuerdan la pesada prosa de Maeterlinck
He descifrado todos los textos confusos de las ruedas y reunido los elementos dispersos de una violenta belleza
Que poseo
Y que me fuerza.

Tsitsikar y Kharbine
No voy más lejos
Es la última estación
Desembarqué en Kharbine cuando acababan de prender fuego a las oficinas de la Cruz Roja.

Oh París
Gran hogar cálido con los tizones entrecruzados de tus calles y tus viejas casas que se inclinan sobre ellas y se recalientan
Como abuelas
Y he aquí los anuncios, de rojo de verde multicolores como mi pasado en breve amarillo
Amarillo el arrogante color de las novelas de Francia en el extranjero
Me gusta frotarme con los ómnibus en marcha en las grandes ciudades
Los de la línea Saint-Germain-Montmartre me llevan al asalto de la Butte
Los motores mugen como los toros de oro
Las vacas del crepúsculo pastan en el Sagrado Corazón
Oh París
Estación central desembarcadero de voluntades encrucijada de inquietudes
Sólo los mercaderes de color aún tienen un poco de luz sobre su puerta
La Compañía Internacional de Wagons-Lits y de los Grandes Expresos Europeos me ha enviado su prospecto
Es la iglesia más hermosa del mundo
Tengo amigos que me rodean como cuidadores de locos
Tienen miedo que cuando parta no vuelva más
Todas las mujeres que conocí se diriguen hacia los horizontes
Con gestos lastimosos y miradas tristes de semáforos bajo la lluvia
Bella, Agnes, Catherine y la madre de mi hijo en Italia
Y aquélla, la madre de mi amor en América
Hay gritos de sirena que me desgarran el alma
Allá en Manchuria un vientre se estremece todavía como en un parto
Yo querría
Yo querría no haber hecho nunca mis viajes
Esta noche un gran amor me atormenta
Y a pesar mío pienso en la pequeña Jehanne de Francia.
Fue en una noche de tristeza que escribí este poema en su honor
Jeanne
La pequeña prostituida
Estoy triste estoy triste
Iré al "Conejo Ágil" a recordar mi juventud perdida
Y beber unas copitas
Luego volveré solo.

París.

Ciudad de la Torre única del gran Patíbulo y de la Rueda.




París, 1913

Traducción de Raimundo Melun





Prose du Transsibérien et de la petite Jeanne de France

En ce temps-là, j'étais en mon adolescence/ J'avais à peine seize ans et je ne me souvenais déjà plus de mon enfance/ J'étais à 16.000 lieues du lieu de ma naissance/ J'étais à Moscou dans la ville des mille et trois clochers et des sept gares/ Et je n'avais pas assez des sept gares et des mille et trois tours/ Car mon adolescence était si ardente et si folle/ Que mon coeur tour à tour brûlait comme le temple d'Ephèse ou comme la Place Rouge de Moscou/ Quand le soleil se couche./ Et mes yeux éclairaient des voies anciennes./ Et j'étais déjà si mauvais poète/ Que je ne savais pas aller jusqu'au bout./

Le Kremlin était comme un immense gâteau tartare/ Croustillé d'or,/ Avec les grandes amandes des cathédrales toutes blanches/ Et l'or mielleux des cloches.../ Un vieux moine me lisait la légende de Novgorode/ J'avais soif/ Et je déchiffrais des caractères cunéiformes/ Puis, tout à coup, les pigeons du Saint-Esprit s'envolaient/ sur la place/ Et mes mains s'envolaient aussi avec des bruissements d'albatros/ Et ceci, c'était les dernières réminiscences du dernier jour/
Du tout dernier voyage/ Et de la mer./

Pourtant, j'étais fort mauvais poète./ Je ne savais pas aller jusqu'au bout./ J'avais faim/ Et tous les jours et toutes les femmes dans les cafés et tous les verres/ J'aurais voulu les boire et les casser/ Et toutes les vitrines et toutes les rues/ Et toutes les maisons et toutes les vies/ Et toutes les roues des fiacres qui tournaient en tourbillon sur les mauvais pavés/ J'aurais voulu les plonger dans une fournaise de glaive/ Et j'aurais voulu broyer tous les os/ Et arracher toutes les langues/ Et liquéfier tous ces grands corps étranges et nus sous les vêtements qui m'affolent.../ Je pressentais la venue du grand Christ rouge de la révolution russe.../ Et le soleil était une mauvaise plaie/ Qui s'ouvrait comme un brasier/ En ce temps-là j'étais en mon adolescence/ J'avais à peine seize ans et je ne me souvenais déjà plus de ma naissance/ J'étais à Moscou, où je voulais me nourrir de flammes/ Et je n'avais pas assez des tours et des gares que constellaient mes yeux/ En Sibérie tonnait le canon, c'était la guerre/ La faim le froid la peste et le choléra/ Et les eaux limoneuses de l'Amour charriaient des millions de charognes/ Dans toutes les gares je voyais partir tous les dernier trains/ Personne ne pouvait plus partir car on ne délivrait plus de billets/ Et les soldats qui s'en allaient auraient bien voulu rester.../ Un vieux moine me chantait la légende de Novgorode./

Moi, le mauvais poète, qui ne voulais aller nulle part, je pouvais aller partout/ Et aussi les marchands avaient encore assez d'argent/ Pour aller tenter faire fortune./ Leur train partait tous les vendredis matins./ On disait qu'il y avait beaucoup de morts./ L'un emportait cent caisses de réveils et de coucous de la forêt noire/ Un autre, des boites à chapeaux, des cylindres et un assortiment de tire-bouchons de Sheffield/ Un autre, des cercueils de Malmoë remplis de boites de conserve et de sardines à l'huile/ Puis il y avait beaucoup de femmes/ Des femmes des entrejambes à louer qui pouvaient aussi servir/ Des cercueils/ Elles étaient toutes patentées/ On disait qu'il y a avait beaucoup de morts là-bas/ Elles voyageaient à prix réduit/ Et avaient toutes un compte courant à la banque./

Or, un vendredi matin, ce fut enfin mon tour/ On était en décembre/ Et je partis moi aussi pour accompagner le voyageur en bijouterie qui se rendait à Kharbine/ Nous avions deux coupés dans l'express et 34 coffres de joailleries de Pforzheim/ De la camelote allemande "Made in Germany"/ Il m'avait habillé de neuf et en montant dans le train j'avais perdu un bouton/ - Je m'en souviens, je m'en souviens, j'y ai souvent pensé depuis -/ Je couchais sur les coffres et j'étais tout heureux de pouvoir jouer avec le browning nickelé qu'il m'avait aussi donné

J'étais très heureux, insouciant/ Je croyais jouer au brigand/ Nous avions volé le trésor de Golconde/ Et nous allions, grâce au transsibérien, le cacher de l'autre côté du monde/ Je devais le défendre contre les voleurs de l'Oural qui avaient attaqué les saltimbanques de Jules Verne/ Contre les khoungouzes, les boxers de la Chine/ Et les enragés petits mongols du Grand-Lama/ Alibaba et les quarante voleurs/ Et les fidèles du terrible Vieux de la montagne/Et surtout, contre les plus modernes/ Les rats d'hôtels/ Et les spécialistes des express internationaux.
Et pourtant, et pourtant/ J'étais triste comme un enfant/ Les rythmes du train/ La "moëlle chemin-de-fer" des psychiatres américains/Le bruit des portes des voix des essieux grinçant sur les rails congelés/ Le ferlin d'or de mon avenir/ Mon browning le piano et les jurons des joueurs de cartes dans le compartiment d'à côté/ L'épatante présence de Jeanne/ L'homme aux lunettes bleues qui se promenait nerveusement dans le couloir et me regardait en passant/ Froissis de femmes/ Et le sifflement de la vapeur/ Et le bruit éternel des roues en folie dans les ornières du ciel/ Les vitres sont givrées/ Pas de nature!/ Et derrière, les plaines sibériennes le ciel bas et les grands ombres des Taciturnes qui montent et qui descendent/ Je suis couché dans un plaid/ Bariolé/ Comme ma vie/ Et ma vie ne me tient pas plus chaud que ce châle/ Écossais/ Et l'Europe toute entière aperçue au coupe-vent d'un express à toute vapeur/ N'est pas plus riche que ma vie/ Ma pauvre vie/ Ce châle/ Effiloché sur des coffres remplis d'or/ Avec lesquels je roule/ Que je rêve/ Que je fume/

Et la seule flamme de l'univers/ Est une pauvre pensée.../ Du fond de mon coeur des larmes me viennent/ Si je pense, Amour, à ma maîtresse;/ Elle n'est qu'une enfant que je trouvai ainsi/ Pâle, immaculée au fond d'un bordel.

Ce n'est qu'une enfant, blonde rieuse et triste./ Elle ne sourit pas et ne pleure jamais;/ Mais au fond de ses yeux, quand elle vous y laisse boire,/ Tremble un doux Lys d'argent, la fleur du poète.
Elle est douce et muette, sans aucun reproche,/ Avec un long tressaillement à votre approche;/ Mais quand moi je lui viens, de ci, de là, de fête,/ Elle fait un pas, puis ferme les yeux- et fait un pas./ Car elle est mon amour et les autres femmes/ N'ont que des robes d'or sur de grands corps de flammes,/ Ma pauvre amie est si esseulée,/ Elle est toute nue, n'a pas de corps -elle est trop pauvre.

Elle n'est qu'une fleur candide, fluette,/ La fleur du poète, un pauvre lys d'argent,/ Tout froid, tout seul, et déjà si fâné/ Que les larmes me viennent si je pense à son coeur./ Et cette nuit est pareille à cent mille autres quand un train file dans la nuit/ -Les comètes tombent-/ Et que l'homme et la femme, même jeunes, s'amusent à faire l'amour.

Le ciel est comme la tente déchirée d'un cirque pauvre dans un petit village de pêcheurs/ En Flandres/ Le soleil est un fumeux quinquet/ Et tout au haut d'un trapèze une femme fait la lune./ La clarinette le piston une flûte aigre et un mauvais tambour/ Et voici mon berceau/ Mon berceau/ Il était toujours près du piano quand ma mère comme Madame Bovary jouait les sonates de Beethoven/ J'ai passé mon enfance dans les jardins suspendus de Babylone/ Et l'école buissonière, dans les gares devant les trains en partance/ Maintenant, j'ai fait courir tous les trains derrière moi/ Bâle-Tombouctou/ J'ai aussi joué aux courses à Auteuil et à Longchamp/ Paris New-York/ Maintenant, j'ai fait courir tous les trains tout le long de ma vie/ Madrid-Stokholm/ Et j'ai perdu tous mes paris/ Il n'y a plus que la Patagonie, la Patagonie qui convienne à mon immense tristesse, la Patagonie, et un voyage dans les mers du Sud/ Je suis en route/ J'ai toujours été en route/ Je suis en route avec la petite Jehanne de France/ Le train fait un saut périlleux et retombe sur toutes ses roues/ Le train retombe sur ses roues/ Le train retombe toujours sur toutes ses roues/

"Blaise, dis, sommes-nous bien loin de Montmartre?"/

Nous sommes loin, Jeanne, tu roules depuis sept jours/ Tu es loin de Montmartre, de la Butte qui t'a nourrie du Sacré Coeur contre lequel tu t'es blottie/ Paris a disparu et son énorme flambée/ Il n'y a plus que les cendres continues/ La pluie qui tombe/ La tourbe qui se gonfle/ La Sibérie qui tourne/ Les lourdes nappes de neige qui remontent/ Et le grelot de la folie qui grelotte comme un dernier désir dans l'air bleui/ Le train palpite au coeur des horizons plombés/ Et ton chagrin ricane.../

"Dis, Blaise, sommes-nous bien loin de Montmartre?"/

Les inquiétudes/ Oublie les inquiétudes/ Toutes les gares lézardés obliques sur la route/ Les files télégraphiques auxquelles elles pendent/ Les poteaux grimaçant qui gesticulent et les étranglent/ Le monde s'étire s'allonge et se retire comme un accordéon qu'une main sadique tourmente/ Dans les déchirures du ciel, les locomotives en furie/ S'enfuient/ Et dans les trous,/ Les roues vertigineuses les bouches les voix/ Et les chiens du malheur qui aboient à nos trousses/ Les démons sont déchaînés/ Ferrailles/ Tout est un faux accord/ Le broun-roun-roun des roues/ Chocs/ Rebondissements/ Nous sommes un orage sous le crâne d'un sourd.../

"Dis, Blaise, sommes-nous bien loin de Montmartre?"/

Mais oui, tu m'énerves, tu le sais bien, nous sommes bien loin/ La folie surchauffée beugle dans la locomotive/ La peste le choléra se lèvent comme des braises ardentes sur notre route/ Nous disparaissons dans la guerre en plein dans un tunnel/ La faim, la putain, se cramponne aux nuages en débandade/ Et fiente des batailles en tas puants de morts/ Fais comme elle, fais ton métier.../

"Dis, Blaise, sommes-nous bien loin de Montmartre?"/

Oui, nous le sommes, nous le sommes/ Tous les boucs émissaires ont crevé dans ce désert/ Entends les sonnailles de ce troupeau galeux Tomsk Tchéliabinsk Kainsk Obi Taïchet Verkné Oudinsk Kourgane Samara Pensa-Touloune/ La mort en Mandchourie/ Est notre débarcadère est notre dernier repaire/ Ce voyage est terrible/ Hier matin/ Ivan Oullitch avait les cheveux blancs/ Et Kolia Nicolaï Ivanovovich se ronge les doigts depuis quinze jours.../ Fais comme elles la Mort la Famine fais ton métier/ Ca coûte cent sous, en transsibérien ça coûte cent roubles/ En fièvre les banquettes et rougeoie sous la table/ Le diable est au piano/ Ses doigts noueux excitent toutes les femmes/ La Nature/ Les Gouges/ Fais ton métier/ Jusqu'à Kharbine.../

"Dis, Blaise, sommes-nous bien loin de Montmartre?"/

Non mais... fiche-moi la paix... laisse-moi tranquille/ Tu as les anches angulaires/ Ton ventre est aigre et tu as la chaude-pisse/ C'est tout ce que Paris a mis dans ton giron/ C'est aussi un peu d'âme... car tu es malheureuse/ J'ai pitié j'ai pitié viens vers moi sur mon coeur/ Les roues sont les moulins à vent d'un pays de Cocagne/ Et les moulins à vent sont les béquilles qu'un mendiant fait tournoyer/ Nous sommes les culs-de-jatte de l'espace/ Nous roulons sur nos quatre plaies/ On nous a rogné les ailes/ Les ailes de nos sept péchés/ Et tous les trains sont les bilboquets du diable/ Basse-cour/ Le monde moderne/ La vitesse n'y peut mais/ Le monde moderne/ Les lointains sont par trop loin/ Et au bout du voyage c'est terrible d'être un homme avec une femme.../

"Blaise, dis, sommes nous bien loin de Montmartre"/

J'ai pitié, j'ai pitié, viens vers moi je vais te conter une histoire/ Viens dans mon lit/ Viens sur mon coeur/ Je vais te conter une histoire.../

Oh viens! viens!/

Au Fidji règne l'éternel printemps/ La paresse/ L'amour pâme les couples dans l'herbe haute et la chaude syphilis rôde sous les bananiers/ Viens dans les îles perdues du Pacifique!/ Elles ont nom du Phénix, des Marquises/ Bornéo et Java/

Et Célèbes à la forme d'un chat./

Nous ne pouvons pas aller au Japon/ Viens au Mexique!/ Sur ses hauts plateaux les tulipiers fleurissent/ Les lianes tentaculaires sont la chevelure du soleil/ On dirait la palette et les pinceaux d'un peintre/ Des couleurs étourdissantes comme des gongs,/ Rousseau y a été/ Il y a ébloui sa vie/ C'est le pays des oiseaux/ L'oiseau du paradis, l'oiseau-lyre/ Le toucan, l'oiseau moqueur/ Et le colibri niche au coeur des lys noirs/ Viens!/ Nous nous aimerons dans les ruines majestueuses d'un temple aztèque/ Tu seras mon idole/ Une idole bariolée enfantine un peu laide et bizarrement étrange/ Oh viens!/

Si tu veux, nous irons en aéroplane et nous survolerons le pays des mille lacs,/ Les nuits y sont démesurément longues/

L'ancêtre préhistorique aura peur de mon moteur/ J'atterrirai/ Et je construirai un hangar pour mon avion avec les os fossiles de mammouth/ Le feu primitif réchauffera notre pauvre amour/ Samowar/ Et nous nous aimerons bien bourgeoisement prés du pôle/ Oh viens!/

Jeanne Jeannette Ninette Nini ninon nichon/ Mimi mamour ma poupoule mon Pérou/ Dodo dondon/ Carotte ma crotte/ Chouchou p'tit coeur/ Cocotte/ Chérie p'tite chèvre/ Mon p'tit péché mignon/ Concon/ Coucou/ Elle dort/

Elle dort/ Et de toutes les heures du monde elle n'en pas gobé une seule/ Tous les visages entrevus dans les gares/ Toutes les horloges/ L'heure de Paris l'heure de Berlin l'heure de Saint-Pétersbourg et l'heure de toutes les gares/ Et à Oufa le visage ensanglanté du canonnier/ Et le cadrant bêtement lumineux de Grodno/ Et l'avance perpétuelle du train/ Tous les matins on met les montres à l'heure/ Le train avance et le soleil retarde/ Rien n'y fait, j'entends les cloches sonores/ Le gros bourdon de Notre-Dame/ La cloche aigrelette du Louvre qui sonna la Barthelémy/ Les carillons rouillés de Bruges-la-Morte/ Les sonneries éléctriques de la bibliothèque de New-York/ Les campagnes de Venise/ Et les cloches de Moscou, l'horloge de la Porte-Rouge qui me comptait les heures quand j'étais dans un bureau/ Et mes souvenirs/ Le train tonne sur les plaques tournantes/ Le train roule/ Un gramphone grasseye une marche tzigane/ Et le monde comme l'horloge du quartier juif de Prague, tourne éperdument à rebours/
Effeuille la rose des vents/ Voici que bruissent les orages déchaînés/ Les trains roulent en tourbillon sur les réseaux enchevêtrés/ Bilboquets diaboliques/ Il y a des trains qui ne se rencontrent jamais/ D'autres se perdent en route/ Les chefs-de gare jouent aux échecs/ Tric-Trac/ Billard/ Caramboles/ Paraboles/ La voie ferrée est une nouvelle géométrie/ Syracuse/ Archimède/ Et les soldats qui l'égorgèrent/ Et les galères/ Et les vaisseaux/ Et les engins prodigieux qu'il inventa/ Et toutes les tueries/ L'histoire antique/ L'histoire moderne/ Les tourbillons/ Les naufrages/ Même celui du Titanic que j'ai lu dans un journal/ Autant d'images-associations que je ne peux pas développer dans mes vers/ Car je suis encore fort mauvais poète/ Car l'univers me déborde/ Car j'ai négligé de m'assurer contre les accidents de chemins de fer/ Car je ne sais pas aller jusqu'au bout/ Et j'ai peur/

J'ai peur/ Je ne sais pas aller jusqu'au bout/ Comme mon ami Chagall je pourrais faire une série de tableaux déments/ Mais je n'ai pas pris de notes en voyage/ “Pardonnez-moi mon ignorance”/ “Pardonnez-moi de ne plus connaître l'ancien jeu des vers”/ Comme dit Guillaume Apollinaire/ Tout ce qui concerne la guerre on peut le lire dans les mémoires de Kouropatkine/ Ou dans les journaux japonais qui sont aussi cruellement illustrés/ A quoi bon me documenter/ Je m'abandonne/ Aux sursauts de ma mémoire.../

A partir d'Irkoutsk le voyage devint beaucoup trop lent/ Beaucoup trop long/ Nous étions dans le premier train qui contournait le lac Baïkal/ On avait orné la locomotive de drapeaux et de lampions/ Et nous avions quitté la gare aux accents tristes de l'hymne au Tzar/ Si j'étais peintre je déverserais beaucoup de rouge, beaucoup de jaune sur la fin de ce voyage/ Car je crois bien que nous étions tous un peu fous/ Et qu'un délire immense ensanglantait les faces énervées de mes compagnons de voyage/ Comme nous approchions de la Mongolie/ Qui ronflait comme un incendie./ Le train avait ralenti son allure/ Et je percevais dans le grincement perpétuel des roues/ Les accents fous et les sanglots/ D'une éternelle liturgie/

J'ai vu/ J'ai vu les train silencieux les trains noirs qui revenaient de l'Extrême-Orient et qui passaient en fantômes/ Et mon oeil, comme le fanal d'arrière, court encore derrière ses trains/ A Talga 100.000 blessés agonisaient faute de soins/ J'ai visité les hôpitaux de Krasnoïarsk/ Et à Khilok nous avons croisé un long convoi de soldats fous/ J'ai vu dans les lazarets les plaies béantes les blessures qui saignaient à pleines orgues/ Et les membres amputés dansaient autour ou s'envolaient dans l'air rauque/ L'incedie était sur toutes les faces dans tous les coeurs/ Des doigts idiots tambourinaient sur toutes les vitres/ Et sous la pression de la peur les regards crevaient comme des abcès/ Dans toutes les gares on brûlait tous les wagons/ Et j'ai vu/ J'ai vu des trains de 60 locomotives qui s'enfuyaient à toute vapeur pourchassées par les horizons en rut et des bandes de corbeaux qui s'envolaient désespérément après/ Disparaître/ Dans la direction de Port-Arthur./

A Tchita nous eûmes quelques jours de répit/ Arrêt de cinq jours vu l'encombrement de la voie/ Nous les passâmes chez monsieur Iankelevitch qui voulait me donner sa fille unique en mariage/ Puis le train repartit./ Maintenant c'était moi qui avait pris place au piano et j'avais mal aux dents/ Je revois quand je veux cet intérieur si calme le magasin du père et les yeux de la fille qui venait le soir dans mon lit/ Moussorgsky/ Et les lieder de Hugo Wolf/ Et les sables du Gobi/ Et à Khaïlar une caravane de chameaux blancs/ Je crois bien que j'étais ivre durant plus de 500 kilomètres/ Mais j'étais au piano et c'est tout ce que je vis/ Quand on voyage on devrait fermer les yeux/

Dormir/ J'aurais tant voulu dormir/ Je reconnais tous les pays les yeux fermés à leur odeur/ Et je reconnais tous les trains au bruit qu'ils font/ Les trains d'Europe sont à quatre temps tandis que ceux d'Asie sont à cinq ou sept temps/ D'autres vont en sourdine sont des berceuses/ Et il y en a qui dans le bruit monotone des roues me rappellent la prose lourde de Maeterlink/ J'ai déchiffré tous les textes confus des roues et j'ai rassemblé les éléments épars d'une violente beauté/ Que je possède/ Et qui me force./

Tsitsika et Kharbine/ Je ne vais pas plus loin/ C'est la dernière station/ Je débarquai à Kharbine comme on venait de mettre le feu aux bureaux de la Croix-Rouge./

O Paris/ Grand foyer chaleureux avec les tisons entrecroisés de tes rues et les vieilles maisons qui se penchent au-dessus et se réchauffent/ Comme des aïeules/ Et voici, des affiches, du rouge du vert multicolores comme mon passé bref du jaune/ Jaune la fière couleur des romans de France à l'étranger./ J'aime me frotter dans les grandes villes aux autobus en marche/ Ceux de la ligne Saint-Germain-Montmartre m'emportent à l'assaut de la Butte/ Les moteurs beuglent comme les taureaux d'or/ Les vaches du crépuscules broutent le Sacré-Coeur/ O Paris/ Gare centrale débarcadère des volontés carrefour des inquiétudes/ Seuls les marchands de coleur ont encore un peu de lumière sur leur porte/ La Compagnie Internationale des Wagons-Lits et des Grands Express Européens m'a envoyé son prospectus/ C'est la plus belle église du monde/ J'ai des amis qui m'entourent comme des garde-fous/ Ils ont peur quand je pars que je ne revienne plus/ Toutes les femmes que j'ai rencontrées se dressent aux horizons/ Avec les gestes piteux et les regards tristes des sémaphores sous la pluie/ Bella, Agnès, Catherine et la mère de mon fils en Italie/ Et celle, la mère de mon amour en Amérique/ Il y a des cris de Sirène qui me déchirent l'âme/ Là-bas en Mandchourie un ventre tressaille encore comme dans un accouchement/ Je voudrais/ Je voudrais n'avoir jamais fait mes voyages/ Ce soir un grand amour me tourmente/ Et malgré moi je pense à la petite Jehanne de France./ C'est par un soir de tristesse que j'ai écrit ce poème en son honneur/ Jeanne/ La petite prostituée/ Je suis triste je suis triste/ J'irai au Lapin agile me ressouvenir de ma jeunesse perdue/ Et boire des petits verres/ Puis je rentrerai seul/Paris/ Ville de la Tour Unique du grand Gibet et de la Roue/ Paris, 1913.