La novela moral es literariamente inmoral en la medida
en que la intención bastarda se interfiere con la intención legítima; esto es,
en la medida en que para servir a la ejemplaridad siempre se manipulan,
quiérase o no, de uno u otro modo, los acontecimientos. Se dirá que el Pinocho es una narración fantástica y
que, por lo tanto, no ha lugar a hablar respecto de ella de manipulaciones.
Poco entiende del arte y de la fantasía quien piense que lo fantástico no puede
ser manipulado por ser ya ello mismo, enteramente, puro producto de
manipulación. La obra fantástica, exactamente igual que la naturalista, tiene
sus propios fueros de coherencia, más estrechos, si cabe, que los de ésta, en
virtud de su propia libertad. Y aquí que nadie me provoque desplazándome ad hoc la imagen del manipular, porque
entonces diré que aun la llamada realidad es ya ella misma, en ese caso, otro
producto de manipulación.
en Altos estudios eclesiásticos, 2015