Cuando digas: “Quiéreme”,
se abrirán las puertas para verte.
Pero yo no sé quién pronunció
aquellas palabras.
“Quiéreme”. Seguro de mí querrán
reírse
si caminando solo, voy en esta oscura
noche.
“Quiéreme. Quiéreme”, grité sin
esperanza
y desde un blanco relámpago,
riendo a carcajadas, me miró un
caballo.
Me hizo señas iluminando la neblina
con su lomo.
“Te llevaré a tierras extrañas si lo
quieres,
yo vivo en lontananza, sobre baldíos
prados” –dijo.
Un extraño miedo invadió mi alma,
de golpe cayó mi ánimo,
la tristeza y la nostalgia cabalgaban
sobre la neblina
y un extraño sufrimiento
me
derribó por un acantilado.
en Epu Zuam,
2016