8/3/17

Aienga, por Leonel Lienlaf






Cuando digas: “Quiéreme”,
se abrirán las puertas para verte.
Pero yo no sé quién pronunció aquellas palabras.
“Quiéreme”. Seguro de mí querrán reírse
si caminando solo, voy en esta oscura noche.
“Quiéreme. Quiéreme”, grité sin esperanza
y desde un blanco relámpago,
riendo a carcajadas, me miró un caballo.
Me hizo señas iluminando la neblina con su lomo.
“Te llevaré a tierras extrañas si lo quieres,
yo vivo en lontananza, sobre baldíos prados” –dijo.
Un extraño miedo invadió mi alma,
de golpe cayó mi ánimo,
la tristeza y la nostalgia cabalgaban sobre la neblina
y un extraño sufrimiento
            me derribó por un acantilado.

 
en Epu Zuam, 2016