28/6/17

Eternidad, por Armando Rubio







Un tiempo mi padre
olía a tabaco,
y en sus mejillas curtidas
de oficios ajenos,
había un no sé qué
de silenciosa experiencia.

Olía a tabaco mi padre,
y yo, con mi leche y mis sopas
me encaramaba en sus brazos,
muy alto,
con la risa.

Su cabeza,
una copa desierta,
nido de pájaros
negro y revuelto;
mi mano hurgaba,
y de vez en cuando
una cana solitaria despegándose
ante la risa atenta de mi padre.



en Poesía completa, 2015

Retrato de Raimundo Rubio Huidobro, la dedicatoria dice:
“A mi amado hermano Armando, que yace en el lugar de los sueños”,
23/12/1980