Un
tiempo mi padre
olía
a tabaco,
y
en sus mejillas curtidas
de
oficios ajenos,
había
un no sé qué
de
silenciosa experiencia.
Olía
a tabaco mi padre,
y
yo, con mi leche y mis sopas
me
encaramaba en sus brazos,
muy
alto,
con
la risa.
Su
cabeza,
una
copa desierta,
nido
de pájaros
negro
y revuelto;
mi
mano hurgaba,
y
de vez en cuando
una
cana solitaria despegándose
ante
la risa atenta de mi padre.
en Poesía
completa, 2015
Retrato de Raimundo Rubio Huidobro, la dedicatoria dice:
“A mi amado hermano Armando, que yace en el lugar de
los sueños”,
23/12/1980